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Entrevista:

Vladimir Promyslov: "Los vecinos han de decidir cómo debe ser su ciudad"

VIadimir Fyodorovich Promyslov, un ingeniero hidrotécnico de setenta años, casado con dos hijos y dos nietas, es alcalde de Moscú desde que fue elegido para ocupar ese cargo, hace dieciséis años. Las competencias que tiene atribuidas le confieren una autoridad mucho mayor que la que pueda tener su colega madrileño. Es algo así como el máximo representante del poder en Moscú y la gran área de influencia moscovita. Ayer estuvo en Madrid, por espacio de veinticuatro horas, camino de casa después de haber visitado algunos países americanos. Carlos Bellver pudo conversar con él por espacio de breves minutos.

EL PAIS. ¿Cómo definiría la ciudad que usted dirige?VIadimir Promyslov. Es bastante difícil juzgarla. Para mí, evidentemente, Moscú es la mejor ciudad existente. Pero sería mucho más interesante que esa pregunta la respondieran los propios vecinos que viven en ella. De todas maneras, el rasgo fundamental de Moscú es que se ha constituido como el gran centro político, administrativo y residencial de mi país, además de albergar a su alrededor a la industria más potente que tiene ahora mismo la URSS.

P. ¿Qué tipo de política de protección ambiental se sigue ahora mismo en Moscú?

R. Creo, sinceramente, que en ese aspecto hemos realizado un gran trabajo, no sólo en lo que a investigación se refiere, sino también en la protección del medio ambiente contra la polución, sobre todo la procedente de las fábricas. Puede que nuestro mayor logro haya sido el conseguir la aplicación exclusiva, como fuente de energía con fines industriales, del gas natural. Además, estamos realizando ahora una reconversión del parque de camiones para que pasen de utilizar gasolina a funcionar con gas natural. Lo mismo estamos realizando, como experimento, con cien turismos.

P. ¿Cómo se conserva el paisaje urbano moscovita?

R. En Moscú hay, en estos momentos, más de 1.500 edificios singulares que cuentan con la protección del Estado. Son monumentos arquitectónicos, culturales o que hacen referencia a acontecimientos revolucionarios de nuestra historia. Para protegerlos se ha reorganizado la ciudad en ocho grandes zonas en las que se ha prohibido la construcción de edificios de hueva planta. Sólo en casos de extrema necesidad es posible derribar uno de esos edificios, pero con la condición inexcusable de que el nuevo edificio que se levante en el solar resultante tenga el mismo número de plantas que los que lo rodean y que sea edificado dentro del mismo estilo arquitectónico.

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P. ¿Sería posible hacer una comparación entre Moscú y Madrid?

R. Es algo difícil, porque Moscú, en cuanto al número de sus habitantes, es algo así como el doble que Madrid. Además, Moscú es más vieja y los cambios de capitalidad de Moscú a Leningrado y viceversa le han dado una característica muy peculiar. De todas maneras, es evidente que lo que unifica realmente a Madrid y Moscú son los problemas comunes que sufrimos, inherentes a todas las grandes ciudades: la polución del aire, de los ríos; los problemas de vivienda, de transporte, de limpieza de la ciudad, etcétera.

P. Pero las competencias que tienen ustedes son mayores que las del Ayuntamiento de Madrid. ¿No es cierto?

R. Sí. Tenemos un poco más de volumen de trabajo que el que tiene el Ayuntamiento de Madrid. Nosotros, por ejemplo, hemos de cuidarnos de todo el tema de la enseñanza, no sólo de la construcción de las escuelas, como es el caso de Madrid. Los hospitales dependen también de nosotros. Y, por supuesto, la atención en los centros de enseñanza y en los sanitarios es totalmente gratuita, con cargo al presupuesto de la ciudad. Nosotros también tenemos un amplio programa de trabajo en la industria que se desarrolla en torno a Moscú y hemos de resolver los problemas que se presentan para que no existan desproporciones entre las distintas ramas industriales que existen. Pero yo creo que lo que más tenemos en común los moscovitas y los madrileños es nuestro sentido de la hospitalidad. Hay que tener en cuenta que Moscú recibe, cada día, unos dos millones de turistas, tanto nacionales como extranjeros, y es de destacar la amistad que sienten tanto Madrid como Moscú por sus huéspedes.

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