El "divorcio nacional"
Como lector del periódico que usted dirige, observo que en contraposición a artículos en cartas al director en favor del divorcio, se publican otros de marcada tendencia antidivorcista, en la mayoría de ellas, algunas firmadas por prestigiosos especialistas del Derecho, basan su rechazo,en dos funda.mentos: sus creencias religiosas y su preocupación! por las consecuencias que pudieran tener la ruptura del vínculo en la familia.Quiero refrescarles la memoria a todos estos señores sobre hechos acaecidos en este país y que parecen haberolvidado. En el año 1932, y de una forma totalmente democrática, se decretó la legalidad del matrimonio civil desvinculado del matrimonio canónico. En 1938, de una forma totalmente antídemocrática, quedaron anulados sin juicio previo todos los matrimonios civiles, que en zona republicana se siguieron celebrando hasta 1939, si no se ratificaban canónicamente. Se creó, pues, una situación que algunos aprovecharon para retornar a su estado de «solteros» u otros, en contra de sus creencias, pero pensando en las consecuencias que se derivaban al quedar su matrimonio convertido «legalmente» en concubinato se sometieron a la ratificación canónica.
Ninguno de los que ahora escriben, al menos que yo sepa, levantó su voz para manifestar su indignación por semejante atropello, que en unos casos ocasionaban el abandono total de la familia sin ninguna obligación económica para con ella y en otros se les obligaba ante el temor a las consecuencias futuras y en contra de su voluntad a participar en un sacramento ante las miradas llorosas de las beatas y la complacencia del clero, pero no creo que con la bendición de Dios.
Legíslese, pues, el divorcio que no obliga a nadie a participar en él, con el criterio más justo que a los hombres nos sea posible, soluciónense los problemas de miles de matrimonios rotos, respetemos las creencias de todos y demos a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César.
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