El Nobel de Suárez

Creo que somos muchos los españoles que nos sentimos hartos y hasta asqueados del número de «salvadores» que nos salen todos los días al pueblo llano, sin mucha capacidad de expresión pública todavía. Hasta ahora no creía que el señor Suárez perteneciera a éstos, pero el complacido silencio sobre el asunto del Premio Nobel invita a pensar otra cosa, más aun si en el mismo existen motivaciones electoralistas. Creo que en política hay cosas que no es honesto capitalizar.Personalmente, y creo no encontrarme solo en la opinión, hubiera apreciado una comunicación a los otorgadores del premio, en la que el señor presidente declinase el honor de su nominación, sencillamente porque debe ser el primero que real y profundamente crea que este pueblo es realmente maduro y responsable (mucho más allá de hipócritas e interesadas manifestaciones en este sentido).

Dejemos que los noruegos nos vean tan «cafres políticos» que hayan creído que nos íbamos a matar unos a otros de nuevo, como hace cuarenta años, pero vamos a no tomarlos demasiado en serio. Si hemos de encontrar el entusiasmo colectivo de que nos hablaba el otro día el señor presidente tenemos que basarlo en cotas más altas y positivas que la que ofrece un estúpido narcisismo nacido de creer que se ha evitado nada menos que una guerra civil.

Ese miedo y otros «morbos raciales» fueron ya miserablemente explotados. ¿Por qué no enterramos todo esto de una vez y trabajamos todos juntos?