Diez años de trabajo para el desencanto
Arquitecto urbanistaEl pleno municipal aprobó un plan urbanístico ayer por la mañana. Me gustaría describir las diferencias y los parecidos de este plan con nuestro Plan Especial de Protección del Conjunto Urbano de Madrid, que fue invalidado por la Comisión informativa de Urbanismo, celebrada el pasado día 24, pero me es imposible. No lo conozco, por no haberme sido facilitada la documentación del nuevo plan. ¿Tendré que esperar a verlo publicado en el Boletín de la Provincia?
Escribo apresuradamente, con el desencanto de ver mutilado un producto de diez años de labor como arquitecto al servicio de Madrid. Desilusionado porque el usuario, el eterno ausente de las decisiones municipales, no ha sido posibilitado, una vez más, para intervenir directamente en la elaboración o, al menos, en el conocimiento de nuestra propuesta.
Ante la demolición indiscriminada producida por la operación derribo, siendo alcalde el arquitecto García Lomas, conseguí formalizar la primera fase de un catálogo de edificios y conjuntos de Madrid, que llamamos Precatálogo, como instrumento legal para evitar demoliciones durante un año, mientras se redactaba el Plan Especial que lo desarrollase.
Realmente para aquel Precatálogo no necesitamos medios económicos cifrados en decenas de millones, bastó la Iniciativa y el entusiasmo de una docena de funcionarios municipales, sin más remuneración que su estricta mensualidad, ni otra compensable en que el trabajo diario en la zona histórico-artística.
Después de la aprobación del Precatálogo Municipal, realizada el 20 de septiembre de 1977, y su publicación en el Boletín de la Provincia, el 8 de noviembre del mismo año, un decreto del gerente de Urbanismo ordenaba en diciembre el cese de los trabajos de la zona histórico-artística en estos temas, al tiempo que se aplicaba muy discrecionalmente la normativa del Precatálogo, produciéndose derribos importantes.
El nuevo alcalde y su gerente asumieron el Precatálogo y trataron de hacerlo cumplir. Como responsable de la zona histórico-artística elevé al gerente municipal de Urbanismo propuestas de actuación y opciones posibles en las que consideraba necesarias la sensibilización y participación ciudadana en la elaboración del Plan. Sorprendentemente, a propuesta del gerente de Urbanismo el Ayuntamiento pleno encargó el 31 de mayo los trabajos del Plan a una empresa privada.
Ante mi negativa personal a avalar ese plan en las condiciones en que fue adjudicado, consideré imprescindible para participar en él los siguientes puntos:
- Que el plan tuviese un con tenido que no fuera copiar el Precatáloqo, eliminando aquellos edificios objeto de presión especulativa para facilitar su derribo, llevando una filosofía clara.
- Un equipo redactor con una cualificación técnica de primer orden en la que interviniesen los órganos técnicos de planificación metropolitana y de protección oficial histórico-artística.
- Finalmente y con carácter fundamental, control público en la redacción de los trabajos del Plan, a base de una comisión integrada por parlamentarios, extraparlamentarios, asociaciones ciudadanas y expertos cualificados (académicos, artistas, críticos...), dándose paso a la participación directa ciudadana en la elaboración del Plan.
Las dos primeras condiciones se cumplieron, no así la tercera, desarrollando los trabajos el arquitecto Juan Enrique de Balbín, al frente de una secretaría técnica ampliamente asistida jurídica y técnicamente.
Terminado el Plan, pensábamos que el Ayuntamiento daría su aprobación inicial para someterlo a información pública según el artículo 41 de la ley del Suelo e introduciría todas aquellas correcciones que lo perfeccionaran. Sin embargo, se aprobó un Plan mutilado.
¿Por qué no ha podido el pueblo de Madrid conocer y discutir nuestro provecto? ¿Presiones especulativas?... ¿Podremos discutirlo algún día?...
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