_
_
_
_
Entrevista:

"Los problemas del sexo, un creciente desafío para la cultura contemporánea"

EL PAÍS. Es muy duro contra quienes reprimen la sexualidad y acusa prácticamente a todos: América, URSS, la Iglesia, la familia, ¿por qué?John Money. Ciertas actitudes modernas sobre la sexualidad en la práctica repiten la Inquisición, para la que el sexo era una manifestación diabólica. A la Inquisición han subsistido los valores de la conformidad con la ideología de la sociedad. Por eso, en realidad, tanto Estados Unidos como la Unión Soviética poseen la misma actitud inconsciente: el primero hacia los homosexuales y la segunda hacia los disidentes políticos considerados contagiosos de epidemología. Cuantos poseen el poder forcejean para castrar toda forma de disidencia. El poder nos acusa a los investigadores en el campo sexual de ser demasiado condescendientes. Pero se olvidan que la libertad sexual es un derecho de nacimiento. Crear sentimientos de culpa en quienes ejercitan el derecho inviolable de la libertad sexual, presentarla como un tabú para poderla frenar, es un truco formidable para manipular a la gente. Los políticos lo saben muy bien, por eso se mueven tanto para que se mantengan los tabús.

P. ¿Y la religión?

R. Es un tema importantísimo. En el congreso de sexualidad más de uno se ha maravillado de que yo haya dado tanto espacio a este tema. No es una casualidad que los países donde la Iglesia católica tiene más peso la represión sexual es más fuerte. En casi todas las religiones existen líderes que empujan la investigación en este campo y rompen viejos prejuicios. Pero sobre todo las religiones organizadas son anti-sexo. Los problemas del sexo son el gran desafío de la cultura moderna a todas las iglesias. No se puede olvidar que esta es la época del control de la natalidad. Que el primer preservativo tiene sólo 102 años y que prácticamente hace sólo cincuenta años que los seres humanos pudiendo controlar en parte la natalidad han podido separar la sexualidad recreativa de la sexualidad procreativa. Pero es un tiempo demasiado breve para que las fuerzas conservadoras religiosas hayan podido asimilar un cambio tan radical en el comportamiento humano.

P. Se dice que es usted el mayor especialista mundial en la cuestión de la «transexualidad». ¿Qué significa este fenómeno?

R. Es uno de los problemas más dramáticos y más delicados que plantea la ciencia de la sexualidad. No es fácil explicarlo en pocas palabras. La «transexualidad» no es la cura de un problema, no es una terapia. Es una rehabilitación de la persona. Es la «reasunción» del propio sexo. Existen muchas personas, más de las que creemos, que ya desde muy niños poseen un sentimiento poderoso de pertenecer al otro sexo: el contrario a su estado morfológico. Parece ser que se trata de un problema de nacimiento, una falta de estructuras heteroxesuales. En la infancia estas personas parecen homosexuales o lésbicas. Muy afeminados o muy viriles. Terminan siendo travestis. Pero, en realidad, es algo más profundo. La lésbica puede sentir inclinaciones hacia su propio sexo, pero se siente mujer. El «transexual» es otra cosa. Es una mujer que advierte radicalmente su identidad masculina pero le falta el pene. En estos casos la crisis acaba siendo tan grande que la única solución es darles, morfológica y socialmente, su verdadera identidad interior. Y nosotros ponemos a su disposición todos los instrumentos necesarios para conseguirlo. Les pedimos dos años de prueba, durante los cuales se visten según el sexo que sienten en su interior para que se acostumbren a soportar las pruebas externas de un contexto social hostil que presentará resistencia a este cambio. Después actuamos con la psiclogía, la química y la cirugía. Es un problema nuevo también para la ética y para la moral religiosa.

Droga y actividad sexual

P. ¿Qué relación existe entre droga y sexo? Es decir, la droga ¿favorece o impide la actividad sexual?R. Las dos cosas. Hay drogas que son contraproducentes como las que producen presión alta o las usadas en psiquiatría. No existen las drogas afrodisiacas. Pero se empiezan a descubrir algunas drogas a base de hormonas que ayudan a recuperar la sexualidad perdida. Sirven sólo en casos de carencia orgánica. Y finalmente existen las drogas que estimulan la sexualidad. Por ejemplo, la marihuana. Pero no todas las personas reaccionan igual. Generalmente a quienes reaccionan positivamente a la droga ésta les aumenta la líbido y al contrario la inhibe a quienes les produce efectos desarmónicos. Y es importante que la cantidad de droga sea correcta. Normalmente sirve para preparar o producir el orgasmo.

P. ¿Existe un nexo entre sexo y violencia?

R. Creo que la violencia está en relación inversa con el sexo. Quienes viven una vida sexual serena y rica son menos violentos que quienes mortifican el sexo. En las sociedades, en las culturas o en las familias donde los niños no pueden tener un contacto físico abundante con los padres o donde existe una formación sexual rígida y maniquea, la violencia explosiona con mayor facilidad. Todas las sociedades violentas son anti-sexo y todas las sociedades cristianas son violentas. Quizá esto tenga un origen antiguo. El cristianismo nace en Medio Oriente con historias de mucha violencia. De hecho, la Biblia, el Antiguo Testamento, es una historia de violencia.

P. Pero en la Biblia existe también el Cantar de los cantares, que es la poesía más bella que existe sobre el sexo.

R. Sí, pero el símbolo del cristianismo sigue siendo para la mayoría la cruz, que es un símbolo de violencia.

P. ¿Puede existir verdadera sexualidad sin amor?

R. Por supuesto. Los seres humanos están llamados a mantener una fuerte atración recíproca. Dos personas pueden vivir mucho tiempo con esta fuerza y vivir intensamente la vida sexual. Otros, después de algunos años de casados, no están ya enamorados, no se aman, pero siguen viviendo sexualmente. No importa el nombre que se de a este «unirse». Lo que sí es cierto es que siempre lo mejor es que no muera esta atracción sexual. Lo contrario es la monotonía, el aburrimiento.

Vida sexual del niño

P. ¿Cómo se debe preparar a los niños para una vida sexual seria y libre?R. A los niños hay que explicarles todo según la edad. Hay que explicarles la sociología del sexo. Hace doscientos años la adolescencia era a los diecisiete años. Hoy mucho antes. Hoy a los doce años los chicos normalmente son maduros para procrear. Algunos se casan. Yo no estoy de acuerdo. Es mejor que no quemen las etapas para no aumentarles las dificultades futuras Pero esto no quiere decir que se les deban prohibir los juegos sexuales. En nuestra sociedad los castigamos y prohibimos demasiado. En realidad, deberían ser como un ensayo de teatro. Estas prohibiciones son generalmente la causa de todos los trastornos sexuales de chicos y grandes. Si se les permitiera con mayor facilidad estos juegos sexuales no procreativos sería más fácil enseñarles el amor y la práctica madura del propio sexo. Las inhibiciones favorecen una visión futura del sexo como violencia. Normalmente, las personas adultas que viven con mayor riqueza y serenidad la propia sexualidad son aquellas que desde niños se acostumbraron a ver, sin morbosidades, todas las cosas relativas al sexo sin excluir las publicaciones pornográficas que excitan sólo a los inhibidos. Para los demás es sólo curiosidad, y el ejercicio de la curiosidad es importantísimo en los niños. Yo no me cansaré de decir que los juegos sexuales constituyen una importante parte del desarrollo normal del niño. En las experiencias hechas con los monos hemos comprobado que el aislamiento produce fenómenos de anomalías sexuales e impotencia. No son estos juegos sexuales quienes producen la perversión. La produce más bien la represión. Si a los niños se les castiga demasiado por estos juegos se producen trastornos o el fenómeno que yo llamo parafilia.

P. ¿Qué piensa del movimiento feminista un especializado como usted en cuestiones sexuales?

R. Que representa un cambio radical de la historia. Es un imperativo del que ya no es posible huir. La verdadera conquista del feminismo es el control de nacimientos, es decir, la posibilidad de separar la sexualidad de los hijos. A mi parecer, los anticonceptivos han cambiado nuestra historia más que el automóvil. El feminismo ha puesto de relieve que después de milenios de énfasis sobre lo que distingue al hombre de la mujer, hoy es necesario insistir sobre lo que es común, que es todo, menos la menstruación, la concepción y el parto.

P. ¿Cómo es la sexualidad de los dictadores?

R. Bueno, yo nunca visité a un dictador, pero me imagino que la sexualidad de estos hombres sigue el estereotipo, según el cual, el hombre puede hacer lo que quiere y la mujer no. Para ellos existen sólo dos tipos de mujeres: la virgen y la puta. Con la esposa no pueden gozar sexualmente porque la sienten fría. Por eso, si pueden, van con prostitutas, pero en este caso la relación sexual está impregnada siempre de violencia. Generalmente se busca una amante.

P. ¿Por qué se da hoy tanto énfasis a la ciencia sexual?

R. En realidad somos pioneros, porque se trata de una ciencia muy joven. Ayer se creó en Roma, por vez primera, la Sociedad Mundial de Sexualidad. Esta búsqueda pertenece a la lucha por las libertades civiles. Pero hoy es aún más importante que ayer, porque la edad media del hombre, sobre todo en los países más desarrollados, ha aumentado enormemente. Antes la edad media era de treinta años. El tiempo justo para concebir hijos y criarlos. Hoy la media es de setenta años. Los hombres y las mujeres tienen por delante una segunda vida que no necesita una actividad sexual fecundativa, pero sí recreativa. Es necesario que los hombres y las mujeres aprendan a usar el sexo como felicidad y no sólo como deber, porque se trata de una actividad humana y de una libertad que les debe acompañar, con las lógicas diferencias de la edad, durante toda la vida. Pero todo esto es necesario que se empiece a conocer, sin tabús, en la escuela y en la familia, desde muy pequeños.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_