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La UNESCO discute en París los desequilibrios informativos en el mundo

El reequilibrio de los medios de comunicación entre países mejor o peor informados será el tema central de la veinteava conferencia general de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), que comenzará hoy en su sede parisiense y terminará el día 28 del próximo mes de noviembre. El proyecto de declaración que será disentido en esta reunión referente a la contribución de los órganos de información a la consolidación de la paz y de la comprensión internacionales, ya ha provocado de antemano reacciones severas en todo Occidente.En su discurso de apertura, el director general de la UNESCO, Amadou Mahtar M'bow, presentará un informe elaborado por la comisión internacional de estudio de los problemas de comunicación.

Una redacción anterior del proyecto fue rechazada hace dos años porque atacaba frontalmente «al monopolio de información detentado por las grandes agencias internacionales de prensa». No sería imposible, ni mucho menos, por falta de consenso que desean los responsables de la UNESCO, que la adopción del proyecto sea retrasada para la próxima conferencia general. Según la comisión de estudio que ha preparado el informe, el proyecto de declaración sobre los medios de comunicación debiera «contribuir a establecer un nuevo orden internacional de la información y de la comunicación ». Para conseguir este objetivo, varios artículos del proyecto preconizan la intervención de los Estados «para favorecer una circulación más libre, más amplia y mejor equilibrada».

La Federación Nacional de la Prensa Francesa y otros organismos regionales de la prensa diaria gala estiman que «el proyecto de declaración tiende a querer dictar a los periódicos su línea de conducta y a justificar la intervención de los Estados en la búsqueda, el tratamiento y la difusión de la información». El representante del Instituto Internacional de Prensa, R. MacDonald, considera también que el proyecto de declaración representa un atentado contra «el acceso de los periodistas a las fuentes de información en el mundo». El semanario británico The Economist cree se trata simplemente de «un ataque no disimulado contra la libertad de prensa».

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