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Sudán, puente entre Africa negra y el mundo

Sudán es el país más extenso del continente africano, con una superficie de dos millones y medio de kilómetros cuadrados, de los que solamente un 3 % están cultivados. Su gran extensión le hace tener fronteras con ocho países, limítrofes: Egipto, Libia, Chad, República Centroafricana, Zaire, Uganda, Kenia y Etiopía. Esta situación geográfica entre el mundo árabe y el Africa negra explica buena parte de la agitada historia de Sudán.País de economía eminentemente agraria, a pesar de sus enormes extensiones desérticas, produce algodón, sorgo, goma arábiga y cacahuetes. Cuenta con una escasa industria semiartesanal, que no produce más que el 10% del producto nacional, y con una escasísima red de infraestructuras.

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La historia de estos últimos años ha sido inestable y tumultuosa. La guerra civil entre los árabes del Norte y los negros del Sur duró hasta 1972. El régimen parlamentario, nacido con la independencia en 1956 y fundamentado en las normas democráticas y el pluralismo político, tuvo escasa duración. En 1958 un golpe militar colocó como presidente al general Abboub, que recrudeció la guerra civil contra los negros animistas-cristianos del Sur. En 1964 se restableció el Gobierno civil y parlamentario, gracias a un levantamiento popular, decretándose una amnistía general con el inicio de negociaciones de paz entre las dos comunidades.

Tras unos años de elecciones e inestabilidad política, un grupo de oficiales jóvenes, encabezados por el actual presidente, Numeiri, dio un golpe de Estado en 1969. Se proclamó la República Democrática, presidida por el único civil miembro del consejo «reVolucionario». Se adoptó una actitud neutralista, en política internacional y se intentó restañar las heridas de la guerra civil, concediendo una autonomía a las regiones del Sur, «dentro de un Estado sudanés unificado y dentro de un auténtico socialismo», ferozmente nacionalista. El entonces coronel, luego general, Numeiri fue concentrando cada vez más poder.

En 1971, tras el fracaso de un golpe de Estado izquierdista lanzado por el mayor Hashem al Atta, el general Numeiri se reafirmó en el poder tras una cruenta represión y la creación de un partido único. En las elecciones presidenciales de septiembre de ese año Numeiri obtuvo el 98,6% de los sufragios.

Desde 1975, tras un período de tranquilidad entre las diversas etnias y fuerzas políticas sudanesas, se han dado varios decretos de amnistía para conseguir la normalización y pacificación del país, base necesaria sobre la que planificar el futuro desarrollo económico. Sobre está política de desarrollo se está trabajando actualmente con ayudas muy diversas, intentando aumentar la productividad agraria y fomentando las industrias agropecuarias. Conscientes de su riqueza fabulosa, pero sin explotar, los sudaneses están convencidos de su futuro como despensa del continente africano. «Sudán será con Brasil una de las grandes potencias económicas del siglo XXI.»

El actual presidente de Sudán, Numeiri, es el presidente anual de la Organización para la Unidad Airicana (OUA), y representa el ejemplo de un «país puente» entre el Africa negra y los países árabes, que están condenados a entenderse si se quiere que la unidad continental deje de ser una entelequia. Como presidente del alto organismo internacional, Numeiri presidió la cumbre de jefes de Estado africanos en Jartum que rechazó la propuesta argelina sobre Canarias.

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