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Callaghan, en posición delicada ante la CEE

La permanencia de Gran Bretaña en la Comunidad Económica Europea se convertirá en un sin sentido si su Gobierno pone en práctica el contenido de una moción antieuropeista aprobada por mayoría abrumadora en la conferencia laborista de Blackpool. Después de su triunfo al imponer la línea más moderada en aspectos clave del régimen interno del partido, la moción pasada ayer sitúa a Callaghan en una delicada posición ante sus colegas comunitarios.

En una proporción de cuatro a uno, los delegados votaron la inclusión en el próximo manifiesto electoral del partido gobernante de una resolución para reducir drásticamente los poderes de la CEE, que, entre otros aspectos, incluye el rechazo explícito de la unión económica y, del nuevo sistema monetario europeo perfilado por Alemania y Francia. La moción supone una carga de profundidad para un Gobierno empeñado en delicadas negociaciones con Bonn y París, que han de estar concluidas en diciembre, para impedir el aislamiento británico en materia económica.Arguyendo que se está gestando un super Estado bajo el patrocinio franco-germano, el Partido Laboralista pide también la reducción de los poderes de la Comisión Europea y la «congelación» de los del Parlamento de Estrasburgo.

La restitución a los Comunes de la capacidad para decidir qué resoluciones de la CEE deben de aplicarse en Gran Bretaña, la reforma de la política agrícola del Mercado Común, en el sentido de poder importar alimentos más baratos, y el pleno control británico de sus fuentes dé energía. Sobre este último punto, el ministro del ramo ha pedido la nacionalización integral de los recursos petrolíferos del mar del Norte.

Los delegados han insistido en que es la propia soberanía política y económica de este país la que está en entredicho si se sigue el camino emprendido por el canciller Schmidt y el presidente Giscard. En la perspectiva británica, cualquier paso hacia una Europa vagamente federal, con poderes reales, es un anatema, y los representantes del partido gobernante reunidos en Blackpool ven en el sistema monetario propuesto por Bonn y París el primer paso contra la total soberanía del Parlamento de Londres.

Dado que las resoluciones de la conferencia no son vinculantes para el Gobierno, Callaghan afronta ahora la tarea de diluir unas propuestas que, de llevarse a la práctica, significarían la virtual retirada británica del Mercado Común, con elecciones generales de por medio,

Sin embargo, la posición del primer ministro es mucho más débil, porque el premier está ahora obligado de alguna manera a satisfacer a su clientela política a través de concesiones reales o programáticas en el terreno comunitario.

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