La Seguridad Social
Los SEIS expedientes -con cuatro ceses- incoados contra otros tantos altos cargos de la Ciudad Sanitaria La Paz, por la Irregular contratación de seiscientas personas en dicho centro, constituyen de por sí un escándalo considerable; pero al mismo tiempo no son más que una pequeña anécdota que emerge, como la punta del iceberg, del seno de ese océano, de desorden, corrupción e ineficacia que es todo el sistema de la Seguridad Social en nuestro país. No pasa día sin que aparezca en los medios de comunicación alguna queja de los ciudadanos privados, algún lamento de un asegurado desatendido, alguna noticia de un fraude que se perpetra contra y en el seno de la Seguridad Social. Toda la sección entera de Cartas al Director de nuestro periódico podría verse diariamente repleta de quejas y denuncias de este tipo La Seguridad Social en España es totalmente insegura y escasamente social: de sus tres grandes sectores -medicina, paro y pensiones- ninguno de los tres funciona a satisfacción de los asegurados. Los pensionistas se quejan, y con razón, de la exigüidad de sus pensiones, que además alcanzan a un pequeño porcentaje de todos los que lo merecerían. La medicina española se, ve contagiada por el gran cáncer de un sistema inadecuado y enloquecido, que convierte a los médicos en funcionarios mal pagados y a los pacientes en víctimas mal atendidas y sacrificadas, con el resultado que tanto médicos como enfermos se ven privados de las más elementales libertades. Y del paró, mejor es no hablar, en unos momentos donde la cifra de parados reales supera el millón. ¿Cuántos cobran el subsidio de los que tienen derecho? ¿Cuántos fraudes se dan? ¿En qué medida contribuye la Seguridad Social en su lucha?El año que está terminando conoce un presupuesto de ingresos de la Seguridad Social de 1,2 billones de pesetas. Sin embargo, muy pocos son los que conocen en qué terminará a final de año; las cuentas de este organismo dejan chiquitas a las del Gran Capitán. Son las de un gran general. Miles de millones anuales van y vienen, aparecen y desaparecen sin explicación alguna. Al mismo tiempo, los Presupuestos Generales del Estado para el mismo año han supuesto 1,4 billones. de pesetas. Pero el crecimiento alucinante de las cuentas de la Seguridad Social es imparable: en 1965, los gastos de la Seguridad Social supusieron un 32 % en relación con los del Estado; un 73 % en 1974 y van a ser el 90% en el presente año; pero no hay que desanimarse, pues, aun sin contar que el Estado detrae de sus presupuestos para pagar el 8% de los de la Seguridad Social, para el. año que viene las previsiones ya se han invertido. La Seguridad Social -si no se pone remedio-manejará un presupuesto superior al del Estado mismo.
La Seguridad Social, pues, ya no va a ser un Estado dentro del Estado, sino que se dispone a englobarlo en su seno. Y todo ello, sin la menor garantía de gestión y de control, sin que nadie conozca ni haya conocido jamás las cuentas claras del gigantesco organismo que nos devora. Efectivamente, pues toda esa vertiginosa y billonaria danza de pesetas sale de los bolsillos de la colectividad, de las empresas y de los trabajadores, que carecen de la más mínima posibilidad no sólo de controlar su dinero, sino ni siquiera de saber a dónde va. Hasta el mes pasado, que se constituyó la Caja Unica -invento que por sí solo carecerá de eficacia, sin otras medidas- los tres centenares de entidades gestoras de la Seguridad Social operaban a su antojo.
La Seguridad Social es un sistema parafiscal con tanta presión como la de los propios impuestos y cuyas cuentas nadie, conoce con claridad, y mucho menos el Ministerio de Hacienda.
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