El sexo es pecado
La carta firmada por Vicente Soto Perales que publica EL PAIS del día 20 bajo el epígrafe de «No a las relaciones sexuales prematrimoniales», me ha planteado muchos «¿por qués?»En su. primer párrafo establece que «no son posibles las relaciones sexuales prernatrimoniales». ¿Será por lo que el señor Soto califica de «característica» del noviazgo y, poco más adelante, de «esencia del noviazgo»?, es decir: «la posibilidad de cambio o la opción a rectificar una elección no acertada» Pero resulta que esta posibilidad u opción puede realizarse tanto «sin» como «con» relaciones sexuales.
Añade a continuación: «ante el verdadero sentido del noviazgo, en el que los futuros espósos deben edificar su convivencia sobre un cariño mutuo, sincero y limpio, que ha de estar inspirado por ese amor puro, se contrapone el afán egoísta y de placer sexual que destroza la intimidad de dos personas que ya no se pueden mirar noblemente a la cara». ¿Quiere esto decir que para el señor Soto las relaciones sexuales son en sí mismas cariño «sucio» y «amor impuro»?
Posiblemente se explica algo mejor cuando en el penúltimo párrafo de su carta asegura: «sólo puede entregarse el cuerpo cuando con él se entrega la vida entera en el compromiso indisoluble, social y sacramental del matrimonio». Ahora podemos entender que si se dan relaciones sexuales en el noviazgo y después quieren los novios «rectificar una elección no acertada» llegarían a otro posible matrimonio «entregados», y eso a pesar de que en este supuesto tampoco «serian posibles» las relaciones sexuales en matrimonios que no crean en la indisolubilidad del mismo, o no celebrados por la Iglesia. A pesar de todo, seguimos sin aclararnos, pues, ¿por qué sólo puede entregarse el cuerpo en las condiciones que establece el señor Soto? No nos lo aclara, a no ser que la explicación esté implícita en el pertúltimo párrafo: «es cierto que el noviazgo lleva consigo una serie de circunstancias que podían ser consideradas ocasión de pecado...» Si esto es así, todo hubiera sido más claro si el señor Soto Perales se bubiera limitado a afirmar: «las relaciones sexuales prematrímoniales son pecado». Una lástima que no lo haya hecho así, porque a lo mejor nos hubiera explicado además por qué son pecado.
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