Un grupo de disidentes vaticina cambios en la dirección política soviética
Bajo el supuesto de que se encuentra próximo el relevo, al máximo nivel, de la dirección del Partido Comunista y del Estado de la Unión Soviética y con el criterio de que a los partidarios del socialismo democrático de Occidente se les abre la posibilidad real de influir en la orientación de estos cambios, nueve disidentes soviéticos, entre los que figuran Leónidas Pliusch, Boris Weil, Piotor Grigorenko y Ludmila Alexeieva, han dirigido a distintos órganos de prensa occidental -entre ellos EL PAÍS- un llamamiento orientado a crear conciencia sobre esta eventualidad.
El comunicado, enviado a periódicos independientes y órganos de información de distintos países comunistas europeos, se encamina al logro de un boicot efectivo de la Unión Soviética y sus representantes de todas las organizaciones internacionales no gubernamentales y hace un llamamiento para que se extienda este boicot a la presencia soviética en las organizaciones sociales, científicas, culturales y deportivas. Asimismo se insta a que se lleven a cabo grandes campañas de protesta contra «las represiones políticas en la URSS» -dice el texto- y en los países del área soviética, «para conseguir la adopción de medidas diplomáticas y políticas efectivas en respuesta al desprecio de las autoridades soviéticas -prosigue- hacia los artículos y principios humanitarios de los acuerdos suscritos o ratificados por la URSS».Tras señalar que el suyo no se trata de un programa maximalista, «no nos proponemos que se exija un cambio- del régimen actual de la URSS, cuestión que compete a los pueblos de estos países -apunta la nota-, sino únicamente el respeto a los derechos elementales del hombre».
En otro apartado del comunicado, rubricado también por los disidentes Valentin Turchin, Boris Schagrin, Vadim Bielo-Cherchovski y Anatoly Levitin-Krasnov, se señala que la izquierda occidental ha de aprovechar todas las posibilidades «para sacar del punto muerto en el que se encuentra la situación en el campo socialista».
Todo el texto va presidido por la consideración de que en el interior de las estructuras partidarias y estatales soviéticas y de la Europa del Este la influencia de la actitud seguida por la izquierda occidental es grande. A esta consideración añade otra según la cual en el área socialista se da una situación de crisis creciente, que ha de ser aprovechada para una evolución democrática.
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