El Parlamento portugués acoge con hostilidad el programa del nuevo Gobierno
La primera jornada parlamentaria del Gobierno Nobre da Costa se ha saldado con un abierto fracaso. El discurso del nuevo primer ministro, modesto y moderado, no ha conseguido desarmar a los partidos que acogieron fríamente, por no decir con hostilidad, el programa de Gobierno.Los partidos políticos se han puesto de acuerdo para recordar al ingeniero Nobre da Costa que se consideran los únicos y legítimos representantes del pueblo portugués y que no piensan abdicar de este privilegio en favor de un equipo de técnicos.
Las intervenciones más duras han sido la de Amaro da Costa, en nombre del Centro Democrático y Social (CDS), y la del socialista Jaime Gama. Pero la intervención de Meneres Pimentel, por los socialdemócratas, ha sido apenas menos contundente. El comunista Carlos Brito ha sido el único en admitir formalmente la eventualidad de una aprobación parlamentaria del programa de Gobierno, pero lo hizo después de lanzar duras críticas al primer ministro, a la composición de su gabinete y a las grandes líneas de su programa.
Nobre da Costa ha pronunciado una breve alocución en la que puso el acento sobre su voluntad de «respetar los ideales democráticos consagrados por la Constitución». También se declaró convencido del carácter transitorio de la fórmula gubernamental ahora adoptada, pero propuso a los diputados una alternativa: si el Parlamento rechaza su programa, el gabinete se mantendrá en funciones hasta la designación de un nuevo primer ministro, limitándose a tratar de los asuntos corrientes. Pero si su programa es aprobado, será «algo más que un Gobierno de gestión, ejerciendo una acción programática y eficiente en todos los dominios necesarios. En cualquier caso, Nobre da Costa afirmó que no se mantendría en el Gobierno más allá de lo necesario para la realización de las operaciones de censo electoral, solicitando después a la Asamblea «un voto de confianza sobre una propuesta de reelaboración de su programa».
En ese caso, el Gobierno podrá permanecer hasta la celebración de elecciones generales normales en 1980.
Respecto a la filosofía del programa, se asienta en dos ideas básicas: la lucha por mejorar la balanza de pagos, especialmente con el incremento de las exportaciones, y contra el desempleo con inversiones.
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