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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Sobre la capital de Andalucía

Catedrático de la Universidad de Málaga

Sin propósito de sentirme en posesión de toda la verdad, quiero tratar sobre la capitalidad de Andalucía, cuestión hoy candente en esta región. Antes de nada me referiré a su gran extensión superficial. Andalucía tiene 88.000 kilómetros cuadrados y es tres veces mayor que Cataluña y más del doble que algunos países europeos, entre los que señalaré a Dinamarca, Suiza, Holanda y Bélgica. Sin entender el tema de la gran extensión de la región andaluza no se puede llegar a comprender el problema de la elección de su capitalidad.

Tratemos del concepto de capital. ¿Qué es la capital? Los españoles estamos muy influenciados por el concepto de capital practicado por Madrid y llevado a sus máximas consecuencias en el pasado período de centralismo feroz. Madrid, capital del Estado («Estao», según algunos ministros en el poder y no precisamente andaluces), ha sido últimamente, y lo sigue siendo. aún, el lugar de atracción de recursos humanos y materiales. Madrid, cual inmensa ventosa, ha succionado todo lo succionable, ha crecido sin límites y ha esquilmado a casi todo el país. Con esta definición de capital no es de extrañar que se produzca rivalidad entre varias ciudades andaluzas por conseguir la capitalidad. Todo es lógico y congruente con aquella definición de capital, ya que a la ciudad que le sea asignada la capitalidad le tocará el premio gordo de la lotería para muchísimos años, pues en ella se producirá un enorme crecimiento de todo tipo y con todas las repercusiones en empleos, negocios fabulosos de suelo y vivienda, etcétera.

Por supuesto, yo soy contrario a esta idea de capital absorbente para la región. Hoy se tiende al desarrollo de la personalidad de todos los entes; especialmente quiero llamar la atención sobre una figura muy poco usada en nuestra Administración. Me refiero a la comarca. Pensemos que Andalucía esté dividida en unas cuarenta o cincuenta comarcas; ¿qué puede hacerse con ellas en un pro ceso descentralizador e impulsor de la autosuficiencia? Simplemente que asuman lo que hoy no pueden asumir los municipios, que, por ser tantos y tan pequeños, suelen ser entes depauperados. Unas comarcas bien organizadas, con fuerte capacidad de gestión y decisión y con equipos completos de técnicos (en especial, universitarios para que no emigren a las grandes capitales: este es un tema muy importante hoy en España) para que estudien in situ todos los problemas importantes y encuentren las soluciones adecuadas, a dichos problemas, restarán muy sensiblemente capacidad de poder, de gestión y de decisión a las capitales de provincia, de región y, en consecuencia, a la del Estado. También a las provincias se podría extender una mayor concentración de poder, de decisión, de autonomía, de capacidad de estudio, de servicios públicos y privados, etcétera, que impulsaría la actual vida oscura de las diputaciones.

En consecuencia, concibo a la capital de Andalucía como un sitio donde no va a caer con especial énfasis el gordo de la lotería, sino un lugar donde se van a concentrar unos cientos de personas, no muchos cientos, para fijar objetivos, estudiar, coordinar a las provincias y a las comarcas y, en suma, unir y dirigir iodos los hilos que han de moverse en las áreas diversas de la región para conseguir el mayor bienestar de sus habitantes.

Quiero señalar muy destacada mente que la organización de áreas y centros (capitales) tiene que inspirarse en el principio de que la organización debe estar al servicio de la población, para su bienestar y comodidad; nunca debe ocurrir lo contrario. Por tanto, la capital de la reflexión andaluza no debe establederse por razones de presión, de intereses particulares o de oportunismo; debe establecerse, de acuerdo con el principio citado, o sea, debe estar donde mejor sirva a Andalucía y a los andaluces. Como Andalucía es muy grande, esto implica forzarla imaginación. Yo voy a hacer una propuesta, pero antes necesito hablar de los transportes en Andalucía. Los transportes son muy importantes, porque Anda lucía se unirá más y más, a medida que esté mejor comunicada y a medida que más se valga por sí misma.

¿Tengo que decir que los transportes en Andalucía, sobre todo los de los ferrocarriles, son pésimos? Esto, hoy, es intolerable. Pienso yo, y aquí está una de las primeras tareas que yo asignaría a la Junta de Andalucía, que en un plazo mínimo debe haber en Andalucía un tren rápido y cómodo -Un Talgo- que la recorra de punta a punta, desde Huelva a Almería. Con este tren conectarían fácilmente Cádiz, Córdoba y Málaga; algo más difícilmente, Jaén, que es la cenicienta andaluza desde el punto de vista de los ferrocarriles. Ese tren sería la columna vertebral de las comunicaciones andaluzas. Sería quien, cómodamente y en corto tiempo, uniría todos los sentires y todos los pensares de Andalucía. Sin facilidad de transportes y comunicaciones difícilmente puede construirse una Andalucía moderna. Por otra parte, las líneas férreas a que me refiero ya están construidas. En ellas falta la puesta a punto, a punto de caramelo se entiende.

Pero aun con esta red de ferrocarriles puesta a punto, Andalucía sigue siendo grande. Si, por ejemplo, la capital andaluza se sitúa en Sevilla, todos los habitantes de Jaén preferirán ir a Madrid antes que a Sevilla; y lo mismo los de. Málaga, con sus numerosos vuelos a Madrid, porque Málaga tiene el punto aéreo más importante de toda Andalucía.

Y voy a terminar con mi propuesta, que será discutida como cualquier otra. La enorme extensión de Andalucía invita a considerar la creación de dos grandes centros regionales para mejor servir a la población. Estos centros serían Sevilla, para Andalucía occidental, y Granada, para Andalucía oriental. Más que concentración de poder político en estos centros, lo que debe haber en ellos es concentración de todos aquellos servicios que, por su especialización, no pueden radicar ni en las comarcas ni en las provincias.

Con este esquema organizativo, la capital andaluza no sería un Madrid y, así, a la par que respondería a un esquema moderno de ordenación del territorio, no sería el goloso plato ansiado hoy por varias ciudades andaluzas. Pero ¿dónde pondríamos esa capital? Bien; con tales supuestos es más fácil dar respuesta a la pregunta que con el modelo de Madrid en la mente. Yo, particularmente, me siento muy partidario de impulsar el crecimiento, no desaforado, de los pueblos para que la población se pueda dispersar en urbes humanizadas. Al propio tiempo, partir de un pueblo no congestionado y no muy grande brinda la posibilidad de crear ex novo una capital empleando en ella todos los recursos racionales que hoy conoce el hombre.

Con esto ya me estoy aproximando al final de la propuesta. La condición de poblamiento pequeño la reúnen muchos pueblos andaluces, así que hay muchas soluciones. Pero lo sensato es elegir de entre ellos los mejor comunicados y mejor centrados. Mí conocimiento directo del área me sugiere la elección entre Osuna y Antequera; ambas ciudades con historia, solera andaluza Y. con buenas comunicaciones podrían servir bien como sede de esa capital buscada. Tal vez la situación de Antequera sea más favorable que la de Osuna, por estar más en el centro de Andalucía y por estar mejor comunicada; por ejemplo, a sesenta kilómetros, Antequera tiene en Málaga unaeropuerto internacional.

Si esta solución no es aceptada por pensar que la capital de Andalucía no debe llevarse a un pueblo, pienso que la mejor solución está en situarla en Córdoba, posiblemente la capital mejor comunicada que hay con las restantes capitales andaluzas. Esta otra solución tiene, para mí, una ventaja, y es la de contrarrestar, en lo posible, la fuerte tendencia de la población española hacia la periferia de la Península.

De todas formas, y a modo de resumen, creo que si la capital de Andalucía va a ser al estilo de Madrid, en cualquier sitio donde se ponga será protestada. Mas, si se actúa desconcentrando y descentralizando servicios y competencias en comarcas y provincias, entonces pienso que hay varios lugares donde puede instalarse la capital con aceptación bastante general.

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