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Deporte a saltos

La victoria conseguida ayer por el marchador catalán Jorge Llopart en la tremenda prueba de los cincuenta kilómetros dentro de los Campeonatos de Europa de Atletismo confirma una vez más la anormal trayectoria del deporte nacional. El número reducido de practicantes en esta curiosa especialidad no ha sido obstáculo para que surja la figura. En estos momentos, incluido Marín, cabe hablar hasta en plural.¿Qué se ha hecho para contar ahora, de la noche a la mañana, con dos atletas capaces de alcanzar una me dalla olímpica dentro del raquítico atletismo nacional? Es otro ejemplo, como en su día fueron la vela, el piragüismo y el remo, de que el deporte español carece de una planificación general. En realidad, sólo se mueve a saltos, los que dan parcelas muy especiales, aprovechando cualidades innatas de los atletas, primero, y ofreciénldoles la posibilidad de una preparación adecuada a su «pequeño» nivel, después. Los marchadores españoles, sin ir más lejos, acaban de venir de una concentración en México, país que posee la mejor escuela del mundo, con el campeón olímpico Bautista a la cabeza. Un gasto bien aprovechado, sin duda.

Pero esta medalla no puede hacer olvidar la penuria general. España es bien poco deportiva en mentalidad y sigue viviendo de las genialidades y de los parches. De eso y de discutir, por ejemplo, si el Madrid tiene o no tiene defensa para la Liga. El Valencia, de Kempes, Bonhof y Solsona, la pondrá de nuevo a prueba hoy. Ojalá se discutiera tanto la medalla de Llopart y sus implicaciones como los posibles fallos blancos.

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