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Tomás Sulibarría rechaza, en una nota manuscrita, las acusaciones de ETA militar

Tomás Sulibarria ha asegurado por medio de una nota manuscrita publicada ayer en el diario Egin que son totalmente inciertas las acusaciones vertidas contra él por ETA miilitar. Tras manifestar que había leído el comunicado de la organización vasca, en el que reivindicaba el atentado y le tachaba de ser un agente a sueldo de los servicios de seguridad españoles, escribió que «tiene que haber una razón que lo aclare y espero que se aclare pronto; no guardo rencor, pero se han equivocado».

La reacción de los familiares del herido ha sido del mismo tenor. Su mujer declaró ayer a EL PAIS que «tiene que tratarse de un error; los de ETA son hombres pueden, por tanto, equivocarse». También insistió en que el día que ametrallaron al matrimonio Etxabe ella se encontraba con su marido en San Juan de Luz, por lo que era imposible que hubiera participado en el atentado.La policía poco ha podido averiguar, por otra parte, sobre las circunstancias en que resultó herido Tomás Sulibarría. La bala no ha sido encontrada, ni es probable que lo sea, y la propia víctima ha podido aportar muy pocos datos en los dos interrogatorios a que le ha sometido la policía por escrito, dado que permanece sin habla.

Sulibarría declaró que a las doce de la noche del miércoles, ocho horas antes de que fuera recogido con un disparo en el cuello en una carretera de Vizcaya, se encontraba en San Juan de Luz. Cuando iba a cenar a los locales de Anai Artea asegura que le taparon los ojos y le esposaron. A partir de ese momento manifestó que no recordaba nada hasta que recuperó el conocimiento, herido y sin esposas, en una carretera en la que le recogieron dos desconocidos. Dijo también que no pudo ver las caras de quienes le secuestraron ni reconocer sus voces.

La policía guarda silencio en torno al caso, en tanto que se mantiene una notable vigilancia alrededor del pabellón Escuza, en el que permanece internado y en estado de gravedad. Algunas personas que le conocían han mostrado su extrañeza por lo sucedido, aunque en su pueblo natal de Galdames (Vizcaya) se han destacado aspectos bastante irregulares de su conducta, como el hecho de que hace algunos meses pudiera permitirse el lujo de esgrimir su pistola ante varios guardias civiles sin, que fuera detenido. Su familia es considerada como falangista y muy adicta al régimen anterior.

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