El caso del Mallorca, aún sin solución
El conflicto entre la AFE y la Federación Española parece acercarse a su solución con la entrevista anunciada para hoy entre el comité de huelga y Porta. No está de más recordar el caso del Mallorca, club cuya historia reciente pone de manifiesto hasta qué punto están desamparados los futbolistas por los reglamentos federativos y por su aplicación. Catorce jugadores continúan sin cobrar las cantidades que se les adeudan, y alguno de ellos ya lo ha dejado por imposible.
Hace algunos meses se suscitó un caso excepcional en el fútbol español, cuando los derechos sobre las fichas de los jugadores del Mallorca fueron puestos a pública subasta a cuenta de una deuda que el club mantenía con el ex jugador Jorge Mendoza. Después de varios meses la situación apenas se ha modificado; el club sigue con un tremendo déficit, que se estima actualmente en más de 61 millones.El club mallorquín comenzó a hundirse en el precipicio deportivo y económico hace cuatro años. El equipo descendió entonces a tercera categoría, en la que ya entró con un déficit de treinta millones. Se pensó que en tercera, donde hay menores gastos, podría solucionarse el problema, pero el descenso, deseado en el fondo, agravó la situación. El público no acudía al estadio y el déficit ascendió a otros diez millones más.
Aunque hace dos temporadas, con Luis Costa de entrenador, el equipo funcionó mejor en el plano deportivo -se quedó a un punto del ascenso a segunda, y logró subir a segunda «B»-, los números rojos siguieron aumentando ya a 55 millones, veintidós de los cuales se le adeudaban a Antonio Seguí, uno de los ex presidentes del club, que tampoco ha cobrado aún. Ya en la anterior temporada, los problemas económicos se hicieron acuciantes. Los jugadores del equipo determinaron encerrarse en los vestuarios del Luis Sitjar porque no cobraban ni las mensualidades para subsistir, y el entrenador Alexanco, que se solidarizó con ellos, fue suspendido con tres meses de empleo y sueldo -unas 300.000 pesetas- por la Federación Balear, a instancias del propio Mallorca, acuerdo ratificado por la Española.
Los jugadores, por supuesto, no cobraron salvo una de las mensualidades que se les debía, y siguieron, lógicamente, protestando. La Federación obligó a dimitir a Guillermo Ginard, presidente de la comisión gestora, que llevaba en el cargo dos años, en otro claro ejemplo de ilegalidad burocrática consentida ya que el límite máximo es de tres meses.
Por fin, llegó a la presidencia de la gestora Miguel Cardell, ejecutivo de un banco mallorquín, que aseguró tener un grupo económico que le apoyaba, que los jugadores cobrarían, y que tenía trescientos millones para el club. Después de salir elegido comunicó que le había fallado el respaldo económico y que no podría disponer tampoco de los trescientos millones prometidos. Los jugadores siguieron sin cobrar. Algunos se marcharon con la baja, y con un aval firmado con el presidente de que además se les pagaría lo adeudado. Se marcharon Bonet, Bartolí, Sauquillo -único que arregló su situación porque perdonó la deuda- y el meta Sánchez -éste no podía protestar porque cuando firmó lo hizo recalificándose como aficionado- Nebot, el capitán, sigue sin cobrar aún hoy el casi millón y medio que le deben.
La subasta
Por si fuera poco, al club mallorquín se le planteó la subasta pública de los derechos debido al pleito presentado en su día por el ex jugador Jorge Mendoza, quien había solicitado la baja del club cuando aún estaba en activo, pero que no le fue concedida a instancias incluso federativas. El club no cedió y Mendoza presentó su demanda.
Según falló la Magistratura de Trabajo, Mendoza tenía que cobrar 550.000 pesetas, y el último recurso legal que quedó fue la subasta pública de los derechos sobre las fichas de los jugadores. Estas fueron adquiridas el 4 de marzo por Antonio Vicens March en 51.000 pesetas. Lo curioso es que el Mallorca, mucho antes de todo esto, ya había concedido bajas -y parece que hasta traspasado jugadores-, lo que según la Magistratura no podía hacer, porque pertenecían a Mendoza a cuenta de lo que se le adeudaba.
Para los jugadores, el problema no varió en absoluto con este nuevo planteamiento. Teóricamente, sus derechos federativos habían cambiado de dueño. La mayoría ha buscado desde entonces soluciones para que se les satisfagan las cantidades que se les deben. Salvo el jugador Platas que quiere cobrar al contado el casi millón que le deben, los restantes estuvieron dispuestos a llegar a un arreglo con la nueva comisión gestora -¡otra más, y van ... !- que preside Miguel Contestí desde hace algo más de un mes.
Varias propuestas fueron planteadas. Finalmente, se llegó a la solución de que a partir del primer encuentro de la temporada entrante el club deberá depositar en la Federación balear el 25% limpio de la taquilla, que se repartirá entre los jugadores proporcionalmente a las cantidades que les adeuda a cada uno. Quizá, si tienen suerte, algún día terminen por cobrar todo. Les vendría bien porque no son millonarios y necesitan del producto de su trabajo para alimentar a su familia. Por el momento, casi todos han buscado soluciones con empleos al margen del fútbol.
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