Madres solteras
En nuestro largo peregrinar por las secciones de «alquileres» de la prensa hemos descubierto que no es lo mismo querer alquilar un piso a señoritas que querer alquilarlo a señoritas con niños; aunque no han dejado lugar (los que quieren) a la pregunta de por qué, nos imaginamos la evidente respuesta. Mas hete aquí que quererlo alquilar a un matrimonio si,que sin ser lo mismo que querer alquilarlo a señoritas con niños (suponemos que dos señoritas son sinónimo de dos personas, es decir, uria pareja, y si tienen una hija cada una son, por ende, sinónimo de matrimonio). Sacamos estas conclusiones entre paréntesis por ser justamente aquí donde no acabamos de entender la razón de que no sea lo mismo alquilar un piso a un matrimonio que a una pareja de personas con dos hijas. Y nos vemos obligadas a hacer todas estas reflexiones porque, si bien hemos poélido constatar los deseos de los señores(as) propietarios de los pisos que se ofrecen en alquiler, nunca liemos llegado a conocer las razones que les movían a establecer esta dicotomía en sus deseos: en el segundo caso, la ansiada respuesta a nuestro porqué («¿cuestión de solvencia económica y moral?») era (a través de la agencia): «No, no; simplemente no quieren.»Nos preguntamos: ¿dónde están los buenos corazones que Guillermo Sautier Casaseca partía con su Simplemente María? (y suponemos que seguirá partiendo) y si esos buenos corazones han desaparecido o no son los que alquilan pisos, ¿dónde están esas mentalidades lógicas, esas mentalidades democráticas, abiertas ojustas?
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