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Las "figuritas" siguen empeñadas en no torear

Palomo, Teruel y Domínguez, juntos, en el cartel de Ciudad Real. Con el calor que hace en La Mancha. Y seis juanpedros a tono con la temperatura. Seis dijes, que oímos decir a los taurinos. Sinco -corregía uno, que era el más taurino de todos-. Que seis. Que cinco. (Eso: pasión es lo que necesita la fiesta.)En la plaza se vio, una vez más, que los taurinos todo lo entienden al revés. Los dijes a Ojo de aficionado eran gatos. Y la excepción que hacia el taurino a carta cabal, un toro, nada del otro jueves, pero toro al fin.

Que salió cojo, lo cual a nadie debe extrañar, entre otras cosas porque casi todos eran cojos. La diferencia estaba en que éste se caía más que ninguno. Y aquí, otro de los asertos preferidos del taurinismo: «Los toros que se caen son los grandes.» ¡Ja, ja, ja, los taurinos; qué chicos éstos! Bien, pues con seis gatos-dijes menos uno, todos nobles, dos de bondad infinita, no vimos torear. Tampoco es nuevo. Las figuras de hoy no torean; pegan pases. No es de ellos la culpa. Como están empleados en las oficinas del taurineo, poco menos que a sueldo, se identifican con las teorías del patrón. Ahí va otra de las frases más queridas de corte empresarial: « Lo que importa es salir de la plaza con éstas.» Para ello cierran ambas manos y las sacuden al frente, en gesto tajante, como si aferraran las orejas del toro. Querrán decir del gato. Hubo (y si hay suerte habrá algún día) toreros de una vez, pero con mil miedos, que no se atrevían a sacar el arte no fuera el funo a tirarles un cuerno, pero cuando la providencia les ponía ante un dije como los juanpedros de ayer, no dejaban escapar la ocasión y, «ésta es la mía, macho», desplegaban todo el repertorio del arte de torear, que daba gloria. Por eso a un Pepe Luis, a un Don Antonio, a tantos otros, merecía la pena seguirles de plaza en plaza, no importaba que fuera de talanqueras para vivir el momento soñado de la gran faena. Pero a éstos ya puedes seguirles hasta Siberia, que vas dado. Pongamos Teruel. ¿Qué hizo el sonriente diestro de Lavapiés? Pues hizo lo de todos los días, sea en Madrid, en Ciudad Real o en Bollullos, ni un pelo de más, ni un soplo de menos. Disculpo repetir lo de los dos pases y parón; uno de frente, dos de costadillo y parón; molinete; empiezo otra vez, etcétera, y el número de las banderillas, porque ya está dicho hasta el hartazgo. Y no por sacudirme el trabajo -es mi oficio y, además, se pone el papel de calco y ya está-, sino para evitarle al lector la copla. Lo mismo Roberto Domínguez, que se dejó ir a tablas al mansete tercero y allí porfió para nada, y que al sexto, un bendito de Dios, le hizo una faena con pinceladas -ese pase del desprecio, aquel derechazo cadencioso, este farol que no me lo esperaba-, pero sin ligar con demasiados desplantes, y su pico. No estuvo mal; si me apuran estuvo bien. Pero allí andaba el dije, que merecía más, que pedía más. Por ejemplo, el faenón y nunca menos que el faenón. Palomo tomó precauciones ante el primero, que se quedaba, y en el cuarto, bravo, de nobleza absoluta e incansable embestida, se enra bietó. Es lo de Palomo: cuando le sale el toro ideal, en lugar de po nerse a torear, va y se enrabieta. Dio pases variados, desde luego que sí, pero ¿cómo los dio? Más bien los pegó, o para ser exactos, los arreó. La banda -tachín, tachín tocaba sin parar, y cuando el dies tro cambió palo por espada, paró la música. ¡Oh, no! Palomo pidió más: «Venga, toque.» Y tachín, tachín otra vez, para hermosear unas giraldillas tipo orsay. Luego tiró la muleta -hizo bien, para lo que le servía...-, y le metió el susto en el cuerpo al toro, con un desplante amenazador que fue muy celebrado. Bajonazo y dos orejas. Otras dos se llevó Domínguez. A Teruel sólo le cayó una. Y ahora me pregunto porqué. Vamos a ver, señor presidente de una corrida-fraude en la que el primer tercio se cambia con un puyazo o con ninguno, co mio en el sexto: ¿por qué esta discrimina ción? ¿Es que Teruel es menos castellano- manchego que sus compañeros de cartel? ¿Es que en La Mancha no sale el sol para todos?

Plaza de Ciudad Real

Segunda corrida de feria. Toros de Juan Pedro. Domecq, sin presencia, sospechosos de pitones, flojos, dóciles. Palomo Linares: media estocada baja y dos descabellos (pitos). Estocada caída (dos orejas). Angel Teruel: bajonazo (oreja). Dos pinchazos y tres descabellos (vuelta). Roberto Domínguez: Mecha atravesada (silencio). Media y dos descabellos (dos orejas).

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