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En Bruselas desconfían del desarrollo de los acuerdos monetarios de Bremen

Los medios comunitarios de Bruselas registran con satisfacción los acuerdos monetarios de la «cumbre» de Bremen, aunque persistan escepticismos sobre su realización práctica.Muchos observadores se pre,guntaban aquí si desaparecerán las presiones políticas internas que impidieron hasta ahora a los países de la CEE (Comunidad Económica Europea) desarrollar una política conjunta de estabilidad monetaria.

Los pesimistas encuentran en las reticencias expresadas ya en Bremen por ingleses e italianos un claro indicio de las escasas posibilidades de sacar adelante un plan de cooperación monetario basado fundamentalmente en un «entendimiento» entre el canciller alemán, Helmut Schmidt, y el presidente de la República francesa, Giscard d'Estaing.

Los más optimistas llegan al triunfalismo y proclaman que la Europa comunitaria dispondrá en 1981 de una moneda (ECU, Unidad de Cuenta Europea), un Fondo Monetarl o Europeo (a semejanza del FMI) e incluso de un Banco Federal de Reserva.

La opinión más generalizada admite que, al menos, en Bremen se abrió con determinación una puerta que se mantuvo cerrada durante los últimos cinco años de crisis económica y monetaria.

Queda por recorrer ahora el «camino difícil» de las acciones concretas. La realidad de la situación podrá abarcarse cuando se reúnan nuevamente los jefes de Gobierno le la Comunidad (Bruselas, 5 y 6 de diciembre) para adoptar decisiones a la luz de los trabajos de los expertos.

Tanto observadores como peritos comunitarios reconocen también aquí que este «paso en la buena direccién de la unidad de Europa» se da en el momento en que tres nuevos países llaman a las puertas de la CEE: España, Grecia y Portugal.

Tampoco pasó inadvertido que los acuerdos de Bremen se producen ocho elías antes de la reunión en Bonn cle los grandes países industrializa dos con el fin de estudiar las condiciones para una reactivación de la economía mundial.

La CEE, que constituye en conjunto una potencia económica de las más fuertes del mundo, desea participar en esta «cumbre» con una patente de coordinauión interna, subrayan los observadores.

Aunque el nuevo sistema monetario europeo no esté concebido contra el dólar, en Bruselas se considera que uno de sus objetivos consiste en salvaguardar a la CEE de las persistentes variaciones erráticas de la divisa estadounidense.

Queda por ver la reacción de Tokio y Washington a este intento de solidaridad monetaria de los europeos. que, de tener éxito, podría cambiar todo el sistema monetario internacional.

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