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La Constitución, en el Pleno del Congreso

Aprobada la mención expresa a la Iglesia católica en la Constitución

El Pleno del Congreso de los diputados rechazó ayer la enmienda socialista por la que se pretendía suprimir la alusión a la Iglesia católica en el artículo 15 de la Constitución. Se registraron 126 votos favorables, 171 en contra y diecinueve abstenciones. Durante la sesión de la mañana se aprobó, además del artículo 15, que regula la libertad religiosa, los tres artículos siguientes, sobre el derecho a la seguridad, al honor, intimidad personal y familiar, inviolabilidad del domicilio, secreto de las comunicaciones y elección libre de residencia, entre otros.

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El único debate producido concluyó con la aprobación del apartado tercero del artículo 15, tal y como figuraba en el proyecto de Constitución, por 197 votos favorables, dos en contra y 112 abstenciones. Resumimos a continuación el debate.

Heribert Barrera (Esquerra Republicana). La Iglesia tiene poco que ganar con la mención de la Iglesia católica en la Constitución, que no responde a la confección posconciliar.

Manuel Fraga (AP). Es necesaria una referencia al hecho real de que España es un país cristiano y especialmente católico. En 1931 se produjeron persecuciones religiosas y matanzas de frailes en Madrid y se expulsó a los jesuítas. La tradición católica española se remonta al Imperio Romano. Hemos aceptado la separación amistosa entre la Iglesia y el Estado, pero es precisa una mención de la Iglesia acorde con los convenios con la Santa Sede que se están realizando y que la Constitución no debe obstaculizar. En todo caso, las minorías religiosas son respetadas.

Enrique Barón (PSOE). Deseo defender el acuerdo del 5 de enero de 1978, roto por UCD y AP. Después de lo explicado por Santiago Carrillo en el debate general, tememos que también haya que convencer a los compañeros comunistas de la conveniencia de no mencionar a la Iglesia católica en la Constitución. El propio PNV es favorable a esta propuesta, a pesar de la historia confesional de ese partido.

Sobre este tema no es cierto que exista consenso. Para los socialistas, la mención constituye un privilegio que conduce a una confesionalidad solapada del Estado. En cuanto a algunas cosas que se han dicho, he de recordar que la República no fue la primera en expulsar a losjesuítas, sino un Borbón, Carlos III, con el acuerdo de los obispos, y no por razones religiosas.

En cuanto al reconocimiento del hecho de la mayoría católica, ello no obliga a su mención en la Constitución, del mismo modo que no hay que especificar la orografía española o el dato de la no muy elevada estatura de los españoles. La religión es una creencia íntima y sólo en ese ámbito tiene cabida. No debemos ser más papistas que el Papa; no debemos olvidar las propias opiniones del cardenal Tarancón en su reciente conferencia en el Club Siglo XXI.

Gabriel Cisneros (UCD). De la redacción actual no se siguen los peligros con que nos amenaza el señor Barón. Por lo demás, he de recordar que ya en la Comisión Constitucional hubo veintitrés votos favorables al texto, es decir, que los únicos votos en contra fueron socialistas. Todos partimos de la común convicción de dar un tratamiento razonable y pacífico a esta cuestión, como el de la actual redacción. La neutralidad socialista parece encubrir, en cambio, beligerancia en el tema.

El texto está redactado no desde la perspectiva de creyentes, sino desde la de ciudadanos españoles. No pretendemos ser más papistas que el Papa; somos constituyentes.

Explicación de voto

Santiago Carrillo (comunista). Hemos asistido a este debate como espectadores, pero no indiferentes. Cuando escuchamos al señor Fraga pensamos que lo mejor hubiera sido dejarlo solo, porque sus ideas huelen a rancio, son demasiado añejas. Si yo a los dieciséis años he podido emocionarme con el histórico discurso de don Manuel Azaña, creo que, por fortuna, los jóvenes de hoy ya no se emocionan ni se conmueven con este tipo de cuestiones.

El señor Fraga recordó las célebres quemas de conventos, atribuyéndoselas a las fuerzas de la izquierda, al anticlericalismo de las fuerzas de la izquierda de este país. En realidad, señor Fraga, las quemas de conventos fueron tremendas provocaciones contra la República, y yo, siendo joven socialista, he salido con los jóvenes comunistas a la calle, precisamente, a impedir o a tratar de impedir las quemas de los conventos, que no eran provocadas por la izquierda exactamente, sino que, probablemente, estaban provocadas por la ultraderecha. En realidad, las quemas de conventos eran a la República lo que el terrorismo es a la situación de hoy, un elemento desestabilizador, y los que tenían interés en desestabilizar a la República y los que tienen interés en desestabilizar el proceso democrático de hoy -aunque haya también algún izquierdista loco-, en general, son las fuerzas que miran al pasado.

No se trata de una confesionalidad solapada, sino del reconocimiento de que la Iglesia católica, por su peso tradicional, no tiene parangón con otras confesiones, igualmente respetables. Si yo fuera cristiano y católico -cosa que no soy, y no voy a decir gracias a Dios-, hubiera firmado el mismo documento que firman el señor Aranguren, el señor Miret Magdalena y mi compañero Alfonso Carlos Comin, con la preocupación de no comprometer a la Iglesia con los poderes del Estado. Pero nosotros no deducimos de la mención de la Iglesia católica en la Constitución ninguna discriminación en favor de ella, y lo digo desde un partido que ha estado enfrentado muchos anos con el nacionalcatolicismo que imperaba en este país.

Pero las fuerzas que queremos el socialismo tenemos un interés especial en no topar con la Iglesia católica y en no contribuií a rnantener ningún obstáculo que pueda enfrentarnos con esa fuerza que, no lo olvidemos, dio la base ideológica a la sublevación y a la cruzada, y que podría dar todavía la base ideológica a una resistencia que sería peligrosísima para el avance de la democracia y del socialismo.

Gregorio Peces Barba (PSOE). Nos hemos abstenido por consecuencia con nuestra posición contraria a la mención de la Iglesia católica. Nosotros no cambiamos desde el 5 de enero y, por tanto, no podemos asumir la responsabilidad de quienes modificaron su criterio desde entonces.

Enrique Tierno (Grupo Mixto). El Estado ha dejado de ser confesional, pero dudo que haya dejado de ser católico; los objetivos de la Democracia Cristiana los están asumiendo los bancos del centro, desde donde se escuchan discursos similares a los de la Democracia Cristiana italiana. Existe, además, aquí una confluencia con un grupo de tecnócratas vinculados a una organización religiosa, y que desde 1969 desplegaron su actividad política.

Manuel Fraga (AP). No es cierto, afortunadamente, que los jóvenes, como insinúa el señor Carrillo, sean ateos ni materialistas. En cuanto al tema de la quema de conventos durante la República, prefiero referirme al libro de Mon tero sobre la materia. No es cierto que a través del texto aprobado se encubra una confesionalidad solapada.

Eduardo Martín Toval (Socialistas de Cataluña). Para que la Iglesia no represente el papel involutivo que ha desempeñado en otras ocasiones, debería haberse dejado de citar en la Constitución, si es que de verdad no se quiere primar a la Iglesia católica.

Miguel Herrero (UCD). UCD ha votado lo que ha votado abando nando el modelo escandinavo de confesión estatal, a pesar'de que la única Iglesia relevante en nuestro país es la católica. Y hemos votado este texto desde una perspectiva estatal, no electoral. No tenernos apetencias electorales, y no nos importa que un sector de UCD se llame democratacristiano.

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