Guarderías infantiles
Soy una mujer casada, trabajadora y madre de tres niños: una niña de cinco años, y dos niños, de tres años y cinco meses. Hasta el momento hemos ido resolviendo el problema de tener los niños atendidos durante nuestra jornada de trabajo, gracias a una guardería situada ¡a seis kilómetros de mi casa!, pero, afortunadamente, de camino hacia nuestros respectivos trabajos, que cumple casi a la perfección nuestras necesidades de horarios (siete de la mañana a cinco de la tarde), ofrece un servicio bueno, hacia los niños y tiene unos precios bastante asequibles para nuestra economía trabajadora. No tiene más días de vacaciones que los estipulados en cualquier empresa: festivos y domingos y el mes de agosto de vacaciones. En fin, lo que debe ser una guardería laboral (creo que es de las pocas que funcionan bien en Madrid a este nivel).
Pero ahora se nos presenta la parte más grave. En septiembre la niña mayor empieza primer curso de EGB. En vista de que nuestros medios económicos no son nada boyantes, hemos optado por solicitar una plaza en un colegio estatal de nuestro barrio, que tiene un horario de nueve de la mañana a cinco de la tarde. Ahora bien, el planteamiento es el siguiente: si tanto mi marido como yo hemos de salir de casa a las siete de la mañana, como máximo, para poder llegar a nuestros respectivos trabajos, qué hacemos con la niña -ahora, y en el futuro con los tres- desde las siete de la mañana hasta las nueve.
Y otro aspecto es el de las vacaciones de Semana Santa, Navidad y desde junio a Septiembre. Si en la reglamentación laboral sólo hay un máximo de un mes para nosotros, ¿dónde metemos a los niños el resto?
¿Por qué no se ha pensado en este problema y los centros escolares no funcionan en régimen de guardería laboral para los casos en que los padres trabajen los dos? Por supuesto, no se trata de que el niño esté estudiando durante todo el año, sino que observe su curso escolar normal, y cuando lleguen los períodos de vacaciones el tiempo en el colegio lo dediquen a juegos, excursiones, visitas a museos y otras actividades expansivas.
¿No hay nada de esto previsto en los planes de expansión del señor ministro de Educación?
Si no es así, mejor es que nos olvidemos del «rollo», ahora ya incluso a nivel televisivo, de la promoción de la condición femenina, porque si nuestros hijos se encuentran desatendidos mientras las madres nos promocionamos, mal tipo de sociedad estamos construyendo.
