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Análisis global en profundidad de la política sanitaria española

«Estamos en un sistema que considera a la medicina como un negocio y no como un servicio.» Estas palabras fueron pronunciadas por Santiago Carrillo, secretario general del PCE, en el acto de apertura de las Primeras Jornadas Sanitarias del Partido Comunista de España, que se celebran durante los días de ayer y hoy, contando con la participación de Giovanni Berlinguer, hermano del secretario del Partido Comunista italiano, en una mesa redonda sobre Sanidad y cambio político.

La consideración global del tema sanitario, la apertura al más profundo carácter social y humanista de los conceptos salud y enfermedad y la constante consideración de los aspectos interpersonales -sociales e incluso psicológicos- en el enfermar humano son algunas de las notas más destacadas de las ponencias y debates que, patrocinadas por el Partido Comunista de España, se iniciaron ayer en Madrid. Las jornadas suponen una alternativa rigurosa y científica de izquierda a los modelos sanitarios vigentes, a la medicina actual, que expresa, tras hechos como su menosprecio del concepto de salud mental y la felicidad personal y tras su acusado organicismo, la ideología dominante, más orientada hacia la explotación del hombre a través de su fuerza de trabajo que hacia la libre y plena realización de los individuos.Los más variados aspectos de la política sanitaria en un país avanzado están siendo objeto de estudio y debate en las I Jornadas Sanitarias del Partido Comunista de España.

Tan amplísimo recorrido de la problemática sanitaria del país se lleva a cabo en un momento oportuno, según sus patrocinadores: «Las jornadas están convocadas en un momento en el que tanto la actividad gubernamental como la legislativa están en un momento crítico», declaró a EL PAÍS Pedro Marset, presidente de la Comisión de Sanidad del Comité Central del PCE,

Precisamente el propio Pedro Marset presenta una ponencia en las jornadas planteando la crisis en la enseñanza de la medicina. Según él, «la política sanitaria emprendida por el régimen franquista al acabar la guerra estuvo encaminada a cumplir dos objetivos: a) adecuar la estructura sanitaria en sus distintos niveles a una sociedad rural y altamente jerarquizada, estamental; y b) neutralizar lo más característico de la línea seguida durante la República en el campo sanitario. En este marco toma sentido la conducta seguida en la enseñanza de la medicina, en sus tres niveles: 1) la transmisión de conocimientos; 2) la investigación, y 3) la reproducción de la ideología hegemónica».

Salud y enfermedad

Varias de las ponencias presentadas en las jornadas recogen la idea de que es el concepto mismo de salud y enfermedad lo que es función de la ideología dominante. El doctor Francisco Catalá, por ejemplo, analiza en su ponencia Ideología burguesa y sanidad el hecho de que «desde la izquierda se define como función esencial de una estructura sanitaria, dentro de un sistema económico capitalista, la de mantener a la población en condiciones de trabajar y consumir, o dicho de otra manera, la necesidad de establecer un umbral de sanidad, que deben asegurar los poderes públicos, por debajo del cual la población no estaría en condiciones de responder a los imperativos de la producción económica... El sector de la sanidad, como toda institución supraestructural, sirve, en última instancia, para mantener o crear las condiciones que permitan la reproducción del sistema».Todos estos factores ideológicos están detrás de hechos como la marginación de ancianos, inválidos, enfermos mentales... Hay toda una actitud de desprecio por parte de la medicina vigente hacia esos aspectos que no sirvan a los intereses dominantes. Sin embargo, la presión popular va haciendo cambiar las cosas.

Desde la ideología burguesa dominante no interesan aquellos síntomas que afectan a esa concepción de salud como capacidad de desarrollo personal y disfrute de la vida, sino los que afecten a los valores de la dominación. Sólo se atienden ciertos aspectos del enfermar, no el enfermar mismo. «La sanidad, en las sociedades capitalistas tiende a establecer sus sistemas sanitarios en función de la enfermedad en vez de la salud, de su mantenimiento y promoción -dice el doctor Francisco Catalá-. Para caracterizar este tipo de medicina, se le llama "reparadora o curativa" lo que significa que su acción se centra fundamentalmente en la enfermedad al tratar a la persona cuando se encuentra ya enferma. Se trata pues de una sanidad cuyo sistema sanitario deja enfermar, y el enfermar supone en muchas ocasiones, aunque se trate correctamente a la persona afectada, que el proceso patológico es ya irreversible haciéndose crónico, dejando secuelas o invalideces, o conduciendo a la muerte. Significa también, partiendo de la ideología burguesa acerca de la enfermedad, la existencia de toda una serie de sintomatología no considerada clínicamente como enfermedad, pero que para la persona que la padece implica que su existencia se desarrolla dentro de un malestar continuo. Nos referimos, al mencionar esta sintomatología, a los dolores de cabeza, astenia, fatiga, angustia, ansiedad, diversos tipos de dolores, molestias digestivas...»

«No negamos -prosigue Catalá- que los agentes biológicos, físicos y químicos ocasionen de forma directa la enfermedad, sino que afirmamos que son las condiciones sociales las que, condicionan, favorecen y determinan su actuación. Se trata, como dice White de "reconocer la trascendencia de los huéspedes humanos como reactores psicobiológicos ante las incursiones de los estímulos nocivos, y del ambiente como medio social, físico y biológico, donde tienen lugar las interacciones entre los agentes y el hombre", o como lo plantea Martín Navarro: "La enfermedad aparece, como la respuesta biológica del hombre a la agresión de un medio ambiente social determinado históricamente, por lo que se manifiesta como un proceso cambiante, siendo el enfermo portador de un mensaje de calidad del ambiente."»

Esta falta de consideración y atención hacia los verdaderos conceptos de salud y enfermedad está presente en las pautas médicas vigentes: «Así ocurre y sirva de ejemplo -concluye el doctor Catalá- con las alteraciones del equilibrio psíquico, cada vez más frecuentes y que son debidas entre otras razones, a la situación de angustia que crean las dificultades económicas, las relaciones autoritarias y alienantes en el trabajo, la insolidaridad, agresividad y competitividad que estimula el sistema capitalista, el miedo y el temor que origina el no satisfacer las expectativas que crea la sociedad de consumo... Se podrían poner numerosos ejemplos como las muertes por accidentes de trabajo, que para afrontarlas seriamente exigiría el cambio de una economía en la que tienen gran peso la industria del automóvil, etcétera. Será necesario analizar cada sociedad capitalista en concreto para ver el grado, alcanzado por sus contradicciones y las reivindicaciones que puedan entrar en estos distintos niveles... El modelo sanitario del capitalismo es el principal transmisor de su ideología sobre la salud y la enfermedad..., su instrumento principal son los propios profesionales sanitarios, especialmente su élite, los médicos, los cuales a su vez, han sido sometidos a un largo proceso de formación en esta ideología, que es lo que en esencia suponen las facultades de Medicina.»

Raíz social y psicológica

Otras ponencias insisten en estos aspectos ideológicos de la medicina vigente y en sus profundas carencias humanistas. Por ejemplo, la de M. Costa, Psicología y salud, en la que se asegura que «existe una gran morbilidad causada por la ingesta de tabaco, alcohol, accidentes de tráfico y laborales, así como un número creciente de homicidios y agresiones, suicidios, delincuencia... en los que, si bien somos conscientes de la raíz social de los mismos; los factores psicológicos constituyen una base de explicación no despreciable, y plantea necesariamente un enfoque de la salud basada en el bienestar y felicidad humana. En la ponencia Salud mental: bases de una alternativa, de José García González, se reconoce, por ejemplo, el carácter ideológico de la creación de manicomios como «respuesta a la sin razón como necesidad de separar -para defender- lo normal de lo anormal, partiendo del supuesto de que la locura, por todos los atributos anteriores, no se puede abordar y tolerar en la comunidad». Se reconoce el carácter represivo de leyes como la de peligrosidad social cuya abolición se solicita y se apoya un incremento «de la sensibilidad y conciencia ciudadana acerca de la problemática de la salud mental, ligándola a los problemas de la salud en general y llevando esta problemática a los debates en barrios, organizaciones obreras, asociaciones de vecinos, etcétera».

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