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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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Lo canalla ("Ocaña")

Lo canalla es la miseria que se cree fascinante. Así habría que comenzar un largo ensayo sobre lo canalla. Ocaña hombre y Ocaña película, en cuya moda momentánea he consentido, me llevan a unas reflexiones sobre lo canalla, palabra que ya no se usa. Hoy, con la nueva pedantería post-estructuralista, decimos marginalidad, contracultura y así. Pero dice más la palabra canalla.Lo canalla no es peyorativo, claro. Ocaña, un niño asombrado del Sur que está descubriendo los contactos furtivos y, la injusticia del mundo, y nos lo cuenta con su lenguaje pobre en palabras y rico en contradicciones. Ramoncín, un niño avispado de Madrid que está descubriendo las mismas cosas y las pone en canciones violentas: «Romped los donuts, tíos, que no os coméis nada ... »

Frente al Poder establecido sólo cabe la revolución social o la revolución personal. Hasta los revolucionarios profesionales, históricos, están desistiendo hoy de la revuelta armada y colectiva. Entonces surgen las formas marginales de la revolución personal, de la rebeldía: lo que por arriba se llamó dandismo y por abajo se llama lumpem (un proletariado parasitario, sin conciencia de clase). Dandies y lumpem integran un mundo mismo: lo canalla.

Lo canalla es la venganza vistosa y un poco triste de la miseria que, como digo, se cree fascinante. Lola Flores está escribiendo sus memorias. Cuando la incultura torna la pluma, florece el panfleto o florece lo canalla. Para un ortodoxo de la revolución, lo canalla es reaccionarismo, aventurerismo. Lo canalla ha dado a Van Gogh, a su biógrafo Artaud, a Thomas, a Bacon, a Lorrain, a Eugenio Noel, a Valle, a Paco España, a Miller, a Borroughs, a Baudelaire, a Byron, a Ramoncín. Lo canalla es un dandismo de pobres.

Diez y media de la noche, hora del estreno, Ocaña entra con su hombre en el cine. Ocaña está entre una Concha Piquer malafortunada y un Paco España sin iluminación. Su hombre es como un Borsalino de escaparate.

Han puesto en el vestíbulo un altarcito religioso, andaluz, hecho por Ocaña. Ea la película veremos esta rara conjunción Andalucía/surrealismo, que yo he considerado en un libro sobre Lorca. El surrealismo poético francés arraigó bien entre los poetas españoles del 27 (no sólo en Lorca) porque Andalucía ha sido siempre un poco surrealista sin saberlo.

Ocaña pasea entre la multitud, del brazo de su hombre, y tiene algo de señorita falsa de Semana Santa y cuando se levanta el vestido para mostrarnos el sexo o los glúteos, no hay contestación, sino desvalimiento. La contestación de lo canalla sólo dura unas copas. En la fiesta posterior. Juan de Dios Ramírez Heredia, que había salvado por la tarde en el Congreso, brillantemente, la causa gitana. En España, lo canalla ha sido secularmente lo gitano. Juan situó en Valladolid uno de los grandes núcleos de la gitanería española. Los gitanos son una constante atroz de mi infancia vallisoletana. Valladolid es la Andalucía de Castilla. Tratantes gitanos en los cafés cantantes y agitanados de la plaza Mayor. Gitanos de Santa Clara y el barrio de la Victoria, donde ahora han puesto un grupo escolar al que van muchos gitanillos, y que se llama Miguel Delibes.

Nuestra burguesía paleocristiana había encontrado incluso una raza en quien desalojar y encarnar lo canalla: los gitanos. A los niños se nos ejemplificaba el mal con los gitanos. La transubstanciación religiosa los convertía, incluso, en judíos, por Semana Santa. Era más corpórea la fe teniendo ahí, al otro lado del río, a los que mataron a Cristo. Anoche, en Bocaccio, Juan de Dios Ramírez Heredia, después de haber dejado claro en el Congreso que los gitanos no mataron a Cristo, se bailó unos bailes en Bocaccio con la actriz Charo Soriano, a quien tuve el gusto de presentarle, mientras Paco Nieva y yo hablábamos del ramoniano barrio de Doña Benita: lo canalla madrileño estudiado por un gran estudioso de lo canalla -la transgresión- en Bataille. Como me decía Pons, el director de la película, a Ocaña lo integrarán en seguida. Lo canalla se integra o vive de pintar paredes, como Ocaña. Ocaña, en el filme, abjura incluso de la CNT. Entre la revolución burocratizada y la rebeldía folklórica, sólo resta ser lo canalla que no se integra: lo canalla de lo canalla.

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