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Disputa para ocupar un puesto en el consejo de la OIT

Los países europeos celebraron ayer por la tarde una última reunión, de la que no surgieron los frutos esperados, especialmente, por la delegación gubernamental española. Europa, como región que debe ocupar una parte del consejo de administración de la OIT, no llegó a un acuerdo sobre el país candidato. Los nórdicos apoyan a Suecia; Chipre, a Malta, y España cuenta con el apoyo de los países de Europa meridional y central. Esta proliferación de candidaturas, al facilitar la diversificación de los votos de los terceros países, especialmente de Latinoamérica y Africa, coloca en situación de riesgo al continente europeo que, en la votación del próximo martes, 13 de junio, puede quedarse sin representación ante el consejo de administración, por la vía efectiva.

Cabe recordar que varios países del continente son actualmente parte de dicho consejo (máxima autoridad colegiada de la OIT), pero por derecho propio, de acuerdo a la disposición según la cual los diez países del mundo con el producto nacional bruto más alto, la población activa más numerosa y la cuota de contribución más alta a la OIT ocupan automáticamente diez de los veintiocho puestos del consejo de administración. Al retirarse el ano pasado Estados Unidos de la Organización Internacional del Trabajo, quedó un puesto vacante en el «grupo de los diez». Esa constituye otra de las posibilidades de España, aunque existe una tendencia mayoritaria que aboga por no apresurarse en dicho nombramiento, en espera de que el Gobierno norteamericano «reflexione» y se reintegre a la OIT.La embajada de España ante la Organización Internacional del Trabajo, que encabeza Manuel Jiménez de Parga, redactaba ayer una segunda circular, dirigida a las 135 restantes delegaciones, fundamentando los motivos por los cuales España mantiene su candidatura al consejo de administración, a pesar de la de Suecia y Chipre.

Mano a mano Marcelino Camacho-Jiménez de Parga

«El enfrentamiento verbal», así calificado por no pocas delegaciones, que protagonizaron Marcelino Camacho y el embajador Jiménez de Parga, al solicitar este último, el jueves por la tarde, un tiempo especial para rebatir al jefe de la delegación de los trabajadores españoles, seguía siendo ayer motivo de algunos comentarios, especialmente de delegaciones de países de Europa occidental. Este poco usual sistema de réplica del que se valió el embajador español llamó más la atención por la forma que por el contenido de lo que se dijo. En general, puede concluirse que lo sustancial afirmado por Camacho quedó flotando en el ambiente, en el sentido de que no se ha logrado la instauración de una plena democracia en el campo sindical y, por otra parte, que el proceso de democratización política ha avanzado bastante más que el proceso de democratización en el área laboral. «Aquello de lo de la democratización política no nos cabe duda», comentó el delegado de un país europeo a EL PAIS, afirmando que, «de otra manera, Camacho, después de su intervención con nutrido tono de denuncia, no estaría hoy regresando a España, sin ningún temor, como cualquier otro ciudadano anónimo».Camacho, antes de regresar a Madrid, sostuvo una entrevista privada, a título personal, con el director general de la OIT, Francis Blanchard, a quien agradeció los esfuerzos desplegados durante años por la Organización Internacional del Trabajo en favor de la democratización sindical en España, y también las acciones de la OIT, en más de una oportunidad, por conseguir su liberación y la de otros dirigentes sindicales en tiempos de Franco.

Dentro de la jornada de ayer, cabe destacar que el grupo de trabajadores de la conferencia (que reúne a todas las delegaciones de trabajadores de los 136 países participantes) aceptó por unanimidad a la directiva en el exterior de la central única de trabajadores de Chile. La delegación oficial de trabajadores enviada por el régimen militar de Chile, que en conferencias anteriores protestó por esta aceptación, en esta oportunidad, estando presente, guardó absoluto silencio.

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