Su vida y su obra
Santiago Bernabéu de Yeste nació en la localidad albaceteña de Almansa el 8 de junio de 1895, hijo de una familia acomodada. Sus padres le enviaron a El Escorial, donde estudió interno. Para combatir el frío jugaba en los recreos al fútbol, deporte que por entonces comenzaba a popularizarse lentamente. Se le dio bien el juego, se aficionó a él y a los quince años ingresaba en la plantilla del Madrid. Fue un delantero centro de estilo impetuoso y aceptable rendimiento hasta que una lesión le obligó a abandonar el fútbol antes de cumplir los treinta años. Fue después directivo del club, entrenador ocasional unas pocas semanas y, finalmente, presidente, cargo al que llegó el 15 de septiembre de 1943 y en el que ha permanecido hasta su muerte.Su gran obra fue la construcción del campo que lleva su nombre. Tuvo una clara visión al anticiparse al enorme éxito que el fútbol habría de tener como espectáculo, y llegó a la presidencia del club precisamente por ese deseo de llevar a cabo la idea de construir un enorme estadio. Cuando comenzó las obras se le tachó de loco, de megalómano, y muchos consideraron una insensatez aquella obra. Pero el 14 de diciembre de 1947 el nuevo campo quedaba rematado y el tiempo le dio la razón. Su construcción le permitió al Madrid recaudar enormes taquillas, adelantarse a los demás clubs españoles e incluso de Europa y realizar los fichajes necesarios para componer un gran equipo. Poco a poco, el Madrid fue incorporando a Molowny, Di Stéfano, Rial, Santamaría, Kopa, Didí, Puskas, Del Sol, Domínguez... Unos rindieron mejor que otros, pero lo cierto es que Bernabéu consiguió que su equipo fuera durante años el mejor del mundo sin discusión.
Di Stéfano envejeció, Bernabéu envejeció, los hombres de su junta directiva envejecieron. El Madrid dejó hace años de ser el mejor equipo de fútbol del mundo, pero se ha mantenido en un primer plano en el aspecto deportivo al tiempo que en todo el mundo se alababa su organización. Los títulos comenzaron a ser menos frecuentes, pero la sociedad ha mantenido su poder y ampliado su patrimonio. El estadio había sido sólo la primera gran obra. Luego vinieron la Ciudad Deportiva, las piscinas, el pabellón y la pista de hielo. En los últimos años la labor de Bernabéu se ha visto acompañada de críticas; es idea general que debería haber rejuvenecido su equipo directivo e, incluso, marcharse antes de que la vejez limitara sus facultades. Aun aceptando esto como cierto, la perspectiva general de su obra como presidente del Madrid apenas queda empañada. Recientemente, en los últimos meses de su vida, le fueron concedidas la insignia de oro y brillantes de la Federación Española de Fútbol y la medalla de oro al mérito deportivo. Resulta inaudito que estas condecoraciones no le hubieran llegado antes. Como también a debería haber llegado antes su nombramiento como hijo adoptivo de Madrid, que e produjo cuando ya agonizaba.
Personaje inolvidable
Pero aun con ser gigante su obra como presidente del Real Madrid, cabe decir que lo más llamativo de él fue siempre su personalidad, su trato, su carácter. Campechano, ocurrente, rápido en sus respuestas, con un inagotable caudal de anécdotas para referir, fue siempre un gran conversador.Hombre de empresa audaz, con unas ideas muy del gusto del antiguo régimen, fue bien visto por éste, que le apoyó en bastantes ocasiones y jaleó sus éxitos. Pese a ello cabe decir que más que ser el Madrid el equipo del régimen y Bernabéu un hombre apoyado por éste, como se ha dicho, fue el régimen quien se favoreció de la tarea de Bernabéu. El poderoso equipo madridista fue toda una propaganda en los años en que, el bloqueo era aún un recuerdo reciente y la ilusión de no pocos trabajadores españoles. Por lo demás, él nunca buscó favores ni se interesó gran cosa por la política. Por ejemplo, prohibió en cierta ocasión a Millán Astray la entrada en el palco del estadio madridista porque se mostraba excesivamente besucón con las señoras que acudían a él, y en alguna ocasión eso había suscitado escenas difíciles. Millán Astray reaccionó desafiándole a un duelo, pero Bernabéu pudo eludir el mismo.
Se habló mucho también de su enemistad con Cataluña, real, aunque él la negara en las entrevistas of he record siempre confesó enemistad hacia los movimientos regionalistas fuertes. Tenía una idea centralista de lo nacional y no simpatizaba con catalanes ni con vascos. Entre las decisiones más comentadas de su carrera como presidente del Madrid fue el fichaje de Molowny: leyó que el Barcelona había enviado en barco un emisario a Canarias para ficharlo, y para adelantarse envió él uno en avión con el dinero preparado. También luchó hasta el final por el fichaje de Di Stéfano con el Barcelona; el club catalán había comprado sus derechos al River Plate, y el Madrid lo hizo al Millonarios de Bogotá, donde jugaba, aunque su ficha seguía perteneciendo al club argentino. Tras largo pleito y acuerdo «salomónico» de la Federación, que pretendía que jugase un ano con cada uno, se quedó en el Madrid.
Se casó a los cuarenta años y no tuvo hijos, pero sí un matrimonio feliz. Hombre de costumbres tranquilas, sin más vida que su mujer y el Madrid; fijó hace muchos años su residencia en Santa Pola, donde tenía un pequeño barco de pesca. Se llamó La Saeta Rubia hasta que Di Stéfano se marchó de mala manera del Madrid y quedó enemistado con el presidente. Entonces le dio el nombre de su esposa, Doña María. Vivió cómodamente, sin lujos, hasta el último día de su vida. Un piso en Madrid, un chalet sin ostentaciones en Santa Pola y esa pequeña barca eran sus propiedades. El y su mujer han pagado cada mes la cuota como socios del Madrid.
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