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Motociclismo

Kenny Roberts, nuevo fenómeno mundial

El motociclismo está revolucionado. Las estructuras, las jerarquías hasta ahora.vigentes, han sido derribadas violentarriente por la llegada al Continental Circus de un joven piloto norteamericano, Kenny Roberts. Su técnica, su arrojo y su espectacularidad han hecho olvidar, en sólo tres o cuatro cameras, todas las hazañas de mitos como Barry Sheene o Johnny Cecotto. Su insolencia y su orgullo no tienen límites.

Hasta este año, la cilindrada reina, la de 500 cc, tenía un rey incliscutible en Barry Sheene. Tal era su supremacía, tal dominio, que se permitía el lujo de toriar la salida en último lugar, cuando ya todos sus rivales se habían ido lejos de su vista. Entonces, iniciaba una remontada espectacular, casi salvaje, hasta que, uno tras otro, eran rebasados, Barry, feliz con su travesura, completaba su acción entrando en la meta, en cabeza, con la rueda delantera de su moto levantada. Un número circense como fin de fiesta, que era como el apoteosis final, el delirio de sus muchísimos partid arios.Todo eso, repentinamente, se ha terminado. Ahora, Barry Sheene parece un hombre hundido, acabado, pese a contar sólo con veintiséis años de edad. Ah ora, Barry ya no sonríe, ya no sale en último lugar. Ahora barry está serio, sólo, moralmente destrozado. Ahora Barry ya no gana. Su problema consiste en que un joven norteamericano, insolente, mal educado, orgulloso, antipático, pero un auténtico fenómeno del motociclismo mundial, Kenny Roberts, no sólo le ha batido en tocla la línea, sino que le ha humillado de tal forma como sólo un deportista puede hacerle a otro.

Kenny Roberts no está sólo. Tras él. hay toda uría organización, todo un equipo, que ha sido capaz de producir esta auténtica revolución en tan poco tiempo. Los éxitos no se improvisan, y, para su consecución, el rubio norteamericano -bajo de estatura, de piernas cortas y tórax y brazos muy fuertes, con una enorme fuerza y resistencia, complexión ideal para un piloto de motos de velocidad- ha sabido rodearse de los mejores especialistas del mundo.

El ex campeón del mundo en la categoría de 250 cc., Kel Carruthers, se encarga de toda la organización. Nobby Clark, probablemente el mejor preparador de motores de todo el mundo, se dedica en exclusiva al mantenimiento de los suyos, Varios m ecánicos, chóferes para conducir los camiones en los que transportan las motos y el material de repuesto, y dos enormes casas rodantes -como las de cierta película que hace poco se emitía por RTVE- completamente equipadas para vivir en ellas con el máximo de comodidades -incluido el aire acondicionado-, completan el equipo que es la envidia de cualquiera de los oficiales que participan en el campeonato del mundo.

Pero Kenny Roberts, que se ha desplazado a Europa para romper los moldes imperantes hasta con su mujer y sus pequeños hijos, completando la estampa familiar clásica norteamericana, cuenta también con una ayuda inestimable, que pocos conocen. Una fábrica de ruedas, Good-year, suministra en exclusiva al fenómeno norteamericano las cubiertas que necesita. Si en la Fórmula 1 la entrada de Michelín ha hecho tambalearse al coloso Good-Year, que reinaba en exelusiva hasta entonces, en su equivalente en las dos ruedas la situación ha sido exactamente a la inversa. El dominio de Michelín, que hasta ahora parecía inamovible, ha sido derribado súbitamente por la aparición de Good-Year, que sólo suministra a Kenny Roberts sus fantásticos productos.

Para completar la perfecta organización del americano, la fábrica de ruedas ha puesto a su disposición un camión, que dispone de un equipo completo de técnicos y maquinaria. Y, además, nada menos que veintinueve tipos de ruedas diferentes para que Roberts pueda elegir según las características particulares de cada circuito en especial.

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