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Atlético y Rayo divirtieron al público

Atlético y Rayo brindaron un bonito espectáculo en el cierre de la Liga. El Rayo salió a jugar con tres puntas, abierto, y el Atlétic acertó en todas sus líneas, en es pecial en el ataque, donde además se favoreció de algunos errores posicionales de su rival. Entre ambos equipos consiguieron que el espectáculo fuese bueno, a pesar de las torpezas del árbitro. Goleada justa, porque el Atlético estuvo mejor en todas las zonas.Pretendió el Rayo ofrecer un bonito partido en el Manzanares y lo consiguió. Héctor Núñez, el mister rayista, que probablemente pase esta misma semana al Atlético, decidió iniciar sus buenas relaciones con la hinchada planteando un partido abierto con codicia de ataque por parte de su equipo. Alineó a tres hombres de punta y dio a uno de sus centrocampistas, Landáburu, la orden de incorporarse al ataque con frecuencia.

Equipo conjuntado y sobrio

Sujetando bien atrás al Atlético, el Rayo daba, desde los primeros minutos, sensación de buen equipo, conjuntado y sobrio. Marcaba por pares por todo el campo, sin fallos, apoyándose en la excelente condición fisica de sus jugadores, y atacaba con descaro y soltura. González, el futuro atlético, agradó a la afición con su estilo nervioso, rápido, con su regate, con su potente disparo desde fuera del área. Reina intervino en el primer cuarto de hora tanto como Hierro y el partido tenía vistosidad.

Pero el Atlético descubrió pronto una falla en el sistema defensivo del contrario. Cuando Marcelino subía al ataque por la banda, Alvarito no bajaba a seguirle, ni parecía que existiese otra solución prevista para cerrarle el paso. Marcial -magnífico todo el partido- comenzó a colocar lanzamientos precisos al lateral, que siempre tenía un claro pasillo para colarse y centrar. A pesar de la constante repetición de la jugada, siempre conseguía el Atlético desarrollarla con facilidad. Los centros de Marcelino llevaban aprietos a Hierro, y sus continuas coladas empezaron a desajustar el orden defensivo del Rayo. Al propio tiempo, el Atlético cobró alegría y sus jugadores mostraron un elevado nivel de acierto individual. El tanto de Leivinha con que se llegó al descanso pudo venir acompañado de algún otro.

En la segunda mitad, el Rayo salió dispuesto a hacerse respetar de nuevo y se empleó con mayor atención y seriedad. Volvieron a ser frecuentes sus ataques y forzó a Reina a hacer varias paradas de mérito. Pero el Atlético ya estaba lanzado, con inspiración y ganas de jugar, y ponía a su vez en aprietos a Hierro.

Para mejorar las posibilidades de ataque de su equipo, Héctor Núñez dispuso los relevos de Alvarito -mal toda la tarde- y de González, que comenzaba a pecar de individualismo. Pero cuando Francisco y Salazar calentaban para sustituirles, el Atlético, gracias a una genialidad de Pereira, había marcado su segundo gol por medio de Rubio, que llevaba algunos minutos en el campo y que -había dado nueva alegría al juego de su equipo. Francisco y Salazar entraron en Juego nada más consumarse este gol, y cuando el Rayo ya había perdido prácticamente todas sus posibilidades.

El partido se consumió con un Atlético lanzado a jugar bien, ambicioso de fútbol y de goles. Siguieron acertando todos, las jugadas de emoción fueron abundantes, cayeron tres goles más -el árbitro anuló uno, él sabrá por qué- y el sufrido aficionado atlético pudo reconocer en este último partido de la temporada a su equipo, que tan diferente imagen te ha ofrecido durante casi todo el campeonato. La goleada deja al menos buen labor de boca para los hinchas, después de una triste temporada en la que el Atlético no ha obtenido ningún logro y abre nuevas esperanzas cara a la próxima.

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