Uno de la «mayoría silenciosa»
He leído, y ciertamente con mucho asombro, el editorial publicado en el periódico EL PAÍS correspondiente al día 26-4-78. Jamás puede justificarse, como quiere el editorialista, la quema salvaje de la bandera nacional. Es una afirmación demasiado gratuita el afirmar que las personas que portaban la bandera española en la manifestación autonómica de Castilla y León (soy leonés por los cuatro costados) lo hacían con ánimo provocativo. Pienso que una insignia nacional. no hay que relegarla Solamente para presidir los edificios públicos, o para que sea izada y arriada en los cuarteles de la nación, y en cambio las banderas regionales sí tengan que ser ondeadas en el calor de las manifestacíones. Las crónicas dicen que los supuestos provocadores fueron lo suficientemente golpeados, cosa, por cierto, no aplaudible, pero que en algún sentido pudiera tener cierta justificación, si en ese momento alguien pensaba que era una provocación lo que pretendían. Pero de eso a tener que quemar la bandera nacional, no hay abismo que pueda soportar tal distancia. Las mismas crónicas dicen que fueron insultados llamándoles fascistas. Y yo me pregunto: ¿es que durante toda la manifestación no hubo una constante bandera partidista, la bandera de «el puño en alto»? ¿Es que esa actitud no podría ser considerada por muchos una provocación? Me considero una persona totalmente apolítica, de esas de la mayoría silenciosa, pero cuando veo que el símbolo que debe unir a todos los españoles es quemado, al menos por unos momentos, dejo de lado mi silencio y clamo para que no ocurran hechos como el acaecido en Villalar de los Comuneros.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.