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El Gobierno alemán establece importantes ayudas financieras a la minería del carbón

Los empresarios alemanes del sector minero y siderúrgico en las regiones del Sarre y Renania-Westfalia se beneficiarán de una ayuda estatal en torno a los novecientos millones de marcos anuales (unos 32.000 millones de pesetas).

El objetivo del consejo de ministros al decidir esta medida extraordinaria es mantener los puestos de trabajo, cada vez más comprometidos en ambos sectores, y estimular las inversiones. A partir de este año, las empresas mineras del Sarre dispondrán durante los cuatro años próximos de seiscientos millones anuales destinados a este fin, además de subvenciones de doscientos millones para estimular a los patronos a conservar el actual nivel de empleo.El canciller Schmidt declaró a su regreso de Londres el pasado fin de semana que no veía más solución que cerrar minas, dado el bajo grado de rentabilidad de este sector, que se mantiene gracias a las aportaciones estatales. El ministro de Trabajo, por su parte, insistió casi simultáneamente en que el carbón debe mantenerse como fuente primaria de energía, con lo que reclamaba una mayor asistencia del Gobierno en favor de los empresarios como medio de evitar nuevos despidos en la minería.

El canciller Schmidt se enfrenta a un complejo problema, bien aprovechado por los destinatarios de las subvenciones. Las estimaciones sobre las reservas carboníferas alemanas dan una idea de la especulación que domina el sector: mientras la CEE hablaba en un informe de 1971 de unas reservas calculadas en 286.000 toneladas en suelo alemán, el «anuario de la minería» de la RFA apuntaba un año antes a las 70.000, que se quedaron en 24.000, según otra memoria de los empresarios del sector publicada en 1974, para terminar siendo 5.000 toneladas en otro informe al que se refiere el diario Frankfurter Allgemeine, muy vinculado a los círculos financieros de este país.

El nuevo plan de asistencia económica del Gobierno a la minería del carbón no parece que vaya a resolver nada y se interpreta como un compás de espera hasta la superación del clima social contrario a las centrales nucleares. El Gobierno parece decir a los ecologistas con la nueva medida que mantener las minas resulta excesivamente caro y que no caben escrúpulos respecto de las factorías atómicas.

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