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Los tres miembros más destacados del ejecutivo del PSUC presentan su dimisión

Gregorio López Raimundo, presidente del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC); Antonio Gutiérrez Díaz, secretario general del mismo, y Josep Serradell -conocido por Román-, secretario de organización (lo que equivale al segundo cargo ejecutivo del partido) y la figura más destacada de la tendencia histórica, pusieron ayer sus respectivos cargos a disposición del Comité Central del partido en el transcurso de la primera sesión del mismo, según el portavoz oficial del PSUC. La reunión se prolongará durante todo el día de hoy. Asisten prácticamente la totalidad de sus 116 miembros, así como Víctor Díez Cardiel, en calidad de representante del PCE, a cuyo comité ejecutivo pertenece.

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Estas auténticas dímisiones condicionadas revelan la importancia de la crisis, así como el deseo de todas las tendencias de jugar fuerte, en busca de una solución beneficiosa para las propias corivicciones.

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López Raimundo, Antonio Gutiérrez y Serradell dimiten del ejecutivo del PSUC

(Viene de la primera página)

En base a muy numerosas consultas a miembros del propio Comité Central, inmediatamente antes de la reunión, EL PAIS pudo conocer directamente algunas posiciones. La tendencia bandera blanca o socialdemócrata -representada por Jordi Borja y Solé Turá- desearía, en principio, la elección de un nuevo comité ejecutivo, en base a la argumentación de que se rompió, con ocasión de la reciente conferencia, el consenso obtenido en el cuarto congreso del PSUC. Alternativamente, podría proponer la convocatoria inmediata de un congreso extraordinario del PSUC. Esta segunda variante sería la que contemplara con mejores ojos la línea «eurocomunista pura» -Gutiérrez Díaz y López Raimundo- de la dirección.

Por su parte, los «leninistas», apoyados por el reducido grupo de los «históricos», se inclinarían por mantener el actual equilibrio, resultado del último congreso, cuyas resoluciones les fueron más bien favorables. Esta tendencia argumenta que «el actual debate es "importado" y debido a la intervención de Santiago carrillo en la trayectoria del PSUC».

Sobre este particular, es necesario señalar, con todo rigor, que desde siempre las expresiones de catalanidad e independencia del PSUC con relación al PCE, han sido una de las características de la tendencia «leninista», cuyas principales figuras recuerdan sistemáticamente «las posturas contrarias a la afirmación nacional catalana de Jordi Borja y Solé-Tura, claramente plasmadas en los órganos de Bandera Roja, cuando ellos eran sus principales dirigentes». También es de señalar que el «leninista» Leopoldo Espuny solicitó formalmente, en el cuarto congreso, la rehabilitación del primer secretario general del PSUC, Joan Comorera, destituido en 1949 después de chocar frontalmente con la dirección del PCE. La figura de Comorera y su destitución se considera por los nacionalistas catalanes como una prueba del control del PCE sobre el PSUC.

Las características de la actual crisis obligan a recordar la destitución de Comorera y los generalizados recelos de la base del PSUC ante el PCE. A largo plazo esta es una de las cuestiones más delicadas a las que deberá, algún día, enfrentarse el comunismo catalán.

Dentro del mismo contexto, el viernes estuvo reunido el Comité Ejecutivo del PCE, sin que asistieran López Raimundo, y Gutiérrez. Estaba en cambio presente Leonor Bornau -«Teresa»- esposa del secretario de Santiago Carrillo, Julio Aristizábal, y miembro de los comités ejecutivos del PCE y del PSUC, pese a residir en Madrid. Leonor Bornau estaba también presente en la reunión del Comité Central del PSUC de ayer, en Barcelona. Fuentes del PSUC indicaron que Santiago Carrillo se había mostrado particularmente duro contra la actual rebelión catalana. La alternativa sería lograr una «autocrítica» de la dirección del PSUC, lo cual sería una revancha moral ante el revés que representó el hecho de que el PSUC se inclinara en favor de la permanencia del término «leninismo» en los estatutos del PCE. En caso contrario, se podría considerar, desde el PCE, que la actual dirección del PSUC no es fiel a los acuerdos tomados por el Comité Ejecutivo del PCE, en el que figuran cuatro dirigentes del PSUC (Gutiérrez, López Raimundo, Alfonso Carlos Comín y Leonor Bornau)

Con ello llegamos a la fórmula habitual de control real por parte del PCE del PSUC. Se trata de que las cuestiones decisivas -como son los cambios o inflexiones de la línea política- son acordadas previamente en los órganos de dirección del PCE. Dichos acuerdos obligan lógicamente a los dirigentes del PSUC que se encuentran en franca minoría en los organismos dirigentes del PCE. Como consecuencia de esta obligación deben defender aquellos acuerdos en los organismos dirigentes del PSUC, partido teóricamente soberano, pero con una soberanía de la que cabe dudar ante la actual y anteriores evidencias.

Ahora los «leninistas» utilizan habitualmente esa curiosa contradicción entre los estatutos y la práctica. En efecto, se refieren únicamente a los acuerdos del cuarto congreso que definía al PSUC como partido leninista. Ir contra estas argumentanciones, afirman, es negar la soberanía del PSUC.

A nivel de base, la mayoría «leninista» parece evidente, a la vista de resoluciones adoptadas por organizaciones locales ya remitidas al Comité Central. Así, una resolución del comité local de Barcelona -ciudad donde reside la cuarta parte de los 40.000 militantes del PSUC- declara «reafirmar la plena validez de la línea política, el programa y los estatutos aprobados en el cuarto congreso, así como nuestro pleno apoyo al Comité Central y al comité ejecutivo».

La declaración del comité local de Barcelona favorece inequívocamente a los «leninistas». En efecto, no alude en ningún momento al PCE, solicita la apertura de un debate propio «ligado a la discusión de nuestras iniciativas políticas», mientras «muestra su preocupación por formas de trabajo de la dirección de¡ partido, que a nuestro entender no son correctas». Al mismo tiempo convoca para el lunes una reunión de todas las federaciones y secretariados barceloneses del PSUC.

Como detalle significativo de la actividad «leninista» en la base del PSUC, un responsable de la organización del partido en la comarca del Vallés -que cuenta con los centros industriales de Sabadell y Tarrasa- nos entregó pegatinas editadas por los militantes de aquella zona. Son de ocho por cinco centímetros y contienen el anagrama y las siglas del PSUC junto con la siguiente leyenda: «Yo, marxista y leninista».

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