El deporte trampolín
Benito Castejón, director del Consejo Superior de Deportes, presentará trabajos sobre tres temas concretos en la Conferencia de Ministros de Deportes del Consejo de Europa, que se reunirá en Londres, a partir del próximo martes. Dos de ellos serán genéricos: la violencia y los peligros contra los valores éticos del deporte; en cuanto al otro, será uno que le afecta actualmente bien de cerca: la intervención de los Gobiernos.Ayer trascendió en los medios deportivos murcianos que otro hombre de UCD, Juan García Ortín, había sido designado delegado provincial. Como ha sido habitual en los últimos nombramientos de estos cargos, el nuevo delegado no figuraba en la terna presentada por las federaciones murcianas, aunque «tiene grandes inquietudes por el deporte». Por lo visto, la zona deportiva levantina es la politizada de turno estos días, tras la sustitución del delegado de Valencia, Juan Domínguez, por Carlos de Lanzas, secretario de información del Consejo Provincial de UCD.
El deporte, como se temía, se encuentra nuevamente maniatado por la política. La autonomía ha sido un espejismo y, siguiendo con el tema fundamental de los delegados, se ha llegado a dar el caso peregrino de uno en una provincia del Sur, que, asustado por la labor a realizar, quiso dimitir antes incluso de tomar posesión. Se le ha mantenido por el ridículo «político» que eso podía suponer.
El deporte, desde su integración en el Ministerio de Cultura, no ha tenido más que retrocesos. Aparte ya del económico, el último también va a ser el de la nueva ley de Educación Física. En principio, por un lamentable problema personal de intereses y después, por el casi inevitable trámite burocrático, la vieja ley Elola no podrá tener los nuevos retoques hasta pasado el verano. De todas formas, poco importa. Si aquella -de lo poco bueno que se ha hecho por el deporte en este país- no se ha cumplido prácticamente nunca, la verdad es que con las perspectivas actuales tampoco servirá de nada la sustituta. El deporte sólo sigue interesando como trampolín para figurar. Bien triste es.
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