_
_
_
_
_

El Vaticano minimiza el estado de salud de Pablo VI

Juan Arias

Por primera vez en su pontificado Pablo VI no celebrará este Viernes Santo el tradicional vía crucis en el Coliseo de Roma. No es seguro que pueda participar en la misa de Pascua en la plaza de San Pedro. Lo único cierto es que pronunciará al mundo el discurso pascual con la bendición Urbi et Orbe.

La verdadera razón es que Pablo VI está más enfermo de lo que se dice oficialmente. Noticias ciertas se saben pocas porque es proverbial que «los Papas mueren, pero no enferman». Pablo VI nunca se repuso completamento de su operación prostática. Ha sufrido siempre mucho de artritis, curada, al parecer, con demasiados antibióticos. Por eso no reacciona ni siquiera a las medicinas más fuertes y le cuesta superar una gripe como la actual. Las fuentes oficiales minimizan siempre los males del Papa. Cualquier enfermedad en él es leve. Si no puede asistir, por ejemplo, a una audiencia, se añade en seguida que está «mejorando».

Cualquier noticia no oficial sobre la salud del Papa viene puntualmente desmentida. Sin embargo, de fuentes muy autorizadas se sabe que hace apenas quince días, mientras hablaba a los fieles desde la ventana de su despacho, Pablo VI sufrió por algunos instantes un grave ataque de amnesia, perdiendo conciencia de sí, del lugar donde se encontraba y de lo que estaba diciendo. Su secretario particular, monseñor Machi, dándose cuenta de lo que estaba sucediendo logró ayudarle a terminar las palabras que estaba pronunciando.

El primer canal de la televisión ha puesto a disposición de los periodistas especializados en problemas vaticanos tres pupitres de mezcla para preparar un programa acerca de la vida y del pontificado de Pablo VI y de los cardenales más papables. Y esto no porque se tema un desenlace inminente de la vida del Pontífice, que tiene casi 81 años, sino porque Pablo VI siempre confió a sus más íntimos colaboradores que dimitiría apenas se diera cuenta que empezaban a faltarle las fuerzas físicas o intelectuales para desarrollar con dignidad su importante misión espiritual.

Dos acontecimientos amargan esta Semana Santa en modo particular a Pablo VI. El secuestro de Aldo Moro, gran amigo personal del Papa -parece ser que sufrió un colapso cuando se lo comunicaron-, y la noticia publicada ayer por la prensa de la renuncia al sacerdocio de seis sacerdotes de la diócesis de Matera.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_