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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Primera Sangre

ANTE LOS atentados de ayer que han costado la vida a un policía armado en Madrid y a un guardia civil retirado en San Sebastián, cabe poco más que ritualizar la lamentación y la condena. El hombre mata a los de su propia especie y así seguirá sucediendo a menos que medie una mutación genética.Tendremos terrorismo con la democracia como lo tuvimos con la dictadura. Siempre habrá grupos marginales que incluyan en su análisis el factor de «cuanto peor, mejor». Desde la extrema izquierda con el objeto de incitar a los sectores más integristas a pensar en una dictadura que -según tales esquemas- conduzca a medio plazo a una revolución social, y desde la extrema derecha con el mismo objetivo dictatorial pero con vocación de permanencia. A corto plazo tanto dan unos que otros; si es que no son delincuentes de la misma camada.

Pero hoy es obligado destacar que en menos de una semana dos servicios de las Fuerzas de Policía Armada han recibido su bautismo de sangre: el EDAX (desactivación de explosivos) y el de patrullas de vigilancia, de recientísima creación. Hace dos días falleció en Santa Cruz de Tenerife el primer artificiero del EDAX, muerto en acto de servicio al retirar un explosivo. Con medios técnicos harto precarios, en ocasiones con la mera protección de un escudo y un casco con visera, los agentes de esta agrupación de la Policía Armada retiran y desmontan prácticamente a diario todo tipo de artefactos de edificios y vías públicas.

Por su parte, los agentes de las patrullas de vigilancia han empezado a hacerse habituales y conocidos en las calles al margen de que se prevean o no disturbios públicos. Siguiendo un modelo anglosajón que ha dado buenos resultados velan por la seguridad de los vecinos, ofrecen sus servicios a quien lo solicite y recuperan a ritmo vertiginoso los coches robados que antes tardaban semanas en aparecer.

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Los asesinos han escogido bien sus víctimas. Porque hace falta una seria distorsión intelectual para asociar estos dos servicios de la Policía Armada con actividades de represión social o política. Vaya hoy el homenaje a estos hombres que patrullan la calle o nos retiran las bombas del camino y que ya han tenido su primera sangre en acto de servicio.

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