Contra el boxeo

Otra víctima más del deporte boxístico, y que me perdonen los deportistas por llamar deporte al boxeo. Es triste pensar que esto sigue, que el circo infernal de los puños sigue y digo circo porque es el símil que mejor se me ocurre. En él se da el sentido de circo actual en cuanto a que los púgiles actúan en las cuerdas para diversión de unos cuantos y el sentido de circo antiguo en cuanto que hay fieras y espectadores ávidos de sangre, dlsacar a flote sus represiones cotidianas.Es inherente al deporte el riesgo, como es inherente a la libertad el peligro, pero en el boxeo no existe riesgo de accidente, el accidente es seguro, si no materializando la muerte de uno de los contendientes sí en la progresiva necrosis de las células cerebrales. Los golpes en la cabeza del calibre que los reciben los boxeadores ocasionan un continuo e irreversible proceso de degeneración en cuanto a la capa cidad mental del púgil. Que hablen la legión de antiguos boxeadores, de la miseria de sus vidas actuales. Sé que ahora habrá un revuelo en la prensa y luego todo se olvidará. Sería necesario que hubiese mu chas muertes juntas para que el escándalo fuese de tales dimensio nes que la opinión pública tuviese tal poder que desbancase los grandes intereses ocultos tras el circo boxístico; pero eso no se dará, no morirán muchos boxeadores en el ring porque no interesa a los orga nizadores que esto se repita y se cuidarán de ello, pero seguirán muriendo lentamente. Siento la muerte de Melero por lo que significa, porque es preciso que para vivir a lo grande unos pocos, haya que pagar estos tributos. Prefiero el accidente en las plazas de toros, al menos allí hay más posibilidades de salvar la vida, y si no se produce la muerte el torero queda con sus facultades mentales íntegras, no se ve reducido a ser un hombre que sólo tiene la cabeza para llevar el sombrero. Es clarificador que el anterior campeón de los pesos pe sados y el actual sean negros, en una sociedad como la americana. Lo raro es que en Alemania no sean andaluzes. Me río de las críticas sobre la brutalidad de los amines, sobre su primitivismo, me resulta más brutal matar a golpes en la ca beza a una persona, que cortársela con un hacha, aparte que es muy distinto el contexto en que se mue ven los amines que en el que se mueve nuestra sociedad. Sólo veo un sentido a la muerte de Melero, su contribución cuantitativa a que se produzca, en su día, el cambio cualitativo de la permisión a la prohibición, de la práctica del boxeo profesional.