El árbitro decidió la victoria del Madrid sobre el Spórting
El Spórting de Gijón perdió injustamente ante el Real Madrid después de ir ganando por 2-0 desde los primeros minutos. El equipo blanco, como mucho, mereció únicamente el empate, por su empuje y espíritu de lucha y también porque el cuadro asturiano fue a menos con los cambios. El factor fundamental de la derrota gijonesa, sin embargo, fue el desastroso arbitraje del señor Borrás del Barrio, que, con sus decisiones, absurdas unas veces y equivocadas en su mayoría, le perjudicó bastante más y cambió así el rumbo del partido.Realmente es triste tener que hacer protagonista principal de una crónica a cualquier árbitro y sobre todo cuando lo hace mal. Pero en esta ocasión no queda otro remedio. Los errores del señor Borrás del Barrio no quedaron en los habituales que pueden forjar un mal arbitraje y que se reflejan más arriba de estas líneas, sino que influyeron directamente en goles o evitaron ocasiones clarísimas que pudieron haberlo sido.
A saber: en el primer tanto madridista Roberto Martínez se llevó el balón con la mano, pero el cólegiado no lo vio al estar lejos de la jugada; con 1-2 ya en el marcador, antes del descanso, Sol le hizo un penalti clarísimo a Quini, y en lugar de pitarlo hizo caso a un juez de línea que le indicaba el fuera de juego de otro jugador gijonés, el cual no intervenía en lajugada -en la segunda parte, en cambio, tuvo al otro juez de línea con el banderín levantado medio minuto y, al no mirarle, ni enterarse del claro ofside de Ferrero, regaló un córner al Spórting-; a poco de iniciarse la segunda parte dejó pasar un agarrón a Pirri en el área pequeña, impidiéndole rematar un córner, merecedor del penalti; la jugada del mismo Pirri, que provocó el gol del embate blanco, nació de una falta imaginaria pitada a Ferrero, el cual se colaba solo y con posibilidad evidente de gol después de que Wolf y San José chocaran ai no entenderse en el despeje; por enésima vez el árbitro estaba tan lejos, que no pudo ver la inocencia de Ferrero, y de un teórico 1-3 en el marcador se pasó al práctico 2-2; por último, no sólo dejó sin señalar un desplazamiento clarísimo de Benito al propio Ferrero en posición de gol, sino que permitió el que hizo Roberto Martínez a Cundi para prepararse el centro del gol del triunfo blanco.
Si ustedes se han molestado en contar las ocasiones citadas, los goles primero y tercero del Real Madrid fueron precedidos de faltas de jugadores blancos. El segundo, de señalar otra equivocada y con grave perjuicio al Spórting, impidiéndole un posible gol. En el apartado de penalties, el perjudicado fue también el conjunto asturiano por 2-1. Después de todo esto no cabe añadir más que la injusticia de la derrota sportinguista fue flagrante.
El Madrid, una vez más sin orden ni concierto, hizo bien en aprovechar los errores arbitrales y poner su espíritu de lucha admirable en la balanza. El empuje blanco, con Stielike nuevamente de ejemplo-fuerza y pese a no hacer buen juego nunca, según es ya habitual, bastó para remontar el resultado en aciertos individuales, y con la ayuda del árbitro. La entrada de Roberto sirvió para dar dos goles, aunque vinieran ilegalmente, pero confirmó que el Madrid está muy mal para tener que recurrir a él. Otra prueba del desconcierto la dio Molowny al quitar a Guerini, dándose cuenta de que era como si no estuviera, y al entrar el recuperado Benito, terminó pasando Pirri -otro recurso «dramático», que sirvió al medio campo definitivamente. Jensen, convertido en medio -sin punta- desde la aparición de Roberto, se perdió él solo y Wolf -¡qué pena de jugador desaprovechado!- terminó de lateral izquierdo. Vivir para ver. Sol quiso hacer «el Beckenbauer» alguna vez, y sus fallos en el pase final volvieron a ser estrepitosos. El Madrid jugó en oleadas absurdas y Juanito no es extraño que vuelva a declarar otra vez que todo es un desastre. Sólo Santillana, ante un buen Maceda, cumplió con su gol, en dos cabezazos magníficos que salvó Castro, uno en cada tiempo, y al dar en otro el segundo gol. El y Pirri pusieron la cabeza decisiva a un Madrid que sigue jugando sin ella. ¿Hasta cuándo?
Si la balanza se inclinó en la segunda parte a su favor fue también porque Miera, el entrenador del Spórting, se equivocó al jugar la arriesgada baza de meter a un hombre más de ataque, Morán, prescindiendo de un centrocampista, Ciriaco. Precisamente la malla rojiblanca en la zona central, con Valdés, Joaquín, el propio Ciriaco y Uría, fue el eje del armonioso juego de acordeón efectuado por el equipo asturiano en la primera parte y que le permitió no sólo dominar en el marcador, sino ridiculizar al líder. Ya la entrada de Redondo por Valdés rompió el ritmo «centrocampista» gijonés, pero la baja de Ciriaco acabó de empeorarlo. De cualquier forma hizo méritos más que sobrados -con Quini y Ferrero como figuras- para merecer al menos el empate. Absurdas razones arbitrales lo impidieron.
El Spórting de Gijón estuvo a punto de complicar la Liga. Solamente le bastó asegurar la clara ventaja que obtuvo en los primeros minutos de su partido frente al Real Madrid.
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