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Tribuna
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Millones para el trabajo

Las quinielas, único maná del deporte español, juego de azar por antonomasia, ha encontrado una jornada poco apropiada para hacer multimillonarios. Justamente, a los tres días de que en el Palacio de Deportes de Madrid, máximo coliseo del deporte español, bien cerca del Consejo de Deportes, se produjera la tragedia de Rubio Melero, el 1X2, languideciente este año, se anima. Cuando para la próxima jornada los aficionados, casi con toda seguridad, al olor de esos multimillonarios, pueden batir el récord de recaudación y engrosar así con largueza las arcas del CSD, resulta que en el Palacio de Deportes no había agua caliente y el oxígeno se había terminado.El CSD, que debe responder una vez más del mal funcionamiento del Palacio, haría bien en agilizar con parte de sus millones el que los boxeadores encuentren puestos de trabajo dignos, y en caso de practicar este deporte lo hagan sólo a nivel aficionado.

Sobre el boxeo este periódico ha seguido siempre la misma línea desde que nació. No hay oportunismo. Su parcela profesional no es defendible, pues nunca lo es que un hombre trate de destruir a otro como medio de malvivir en general, aparte de la podredumbre existente en su «trastienda». Y no valen las comparaciones con otros deportes en que la lucha contra el riesgo es sólo contra uno mismo. Ni vale eso, ni buscar ahora culpables de una ocasión, que podía haberse producido antes en cualquier combate. Hay que ser consecuentes y evitar que se repita.

No se pueden censurar casos como el de Rubio Melero y, a la vez, llamar cobarde a un insólito Perico, personaje inmaduro, salido de un submundo que quiere erradicarse de la España de hoy. Para no ser indigno -¡qué curioso!- tenía que haber sumado valientes conmociones cerebrales a su haber particular y, aunque sin llegar a la muerte, hacer una nueva oposición a la invalidez cerebral de tantos boxeadores «sonados». Una incongruencia más por culpa de una morbosidad pública que también debe desaparecer.

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