Populismo franquista
Creíamos que cuando entraran en juego los políticos democráticos se acabarían las frivolidades del régimen dictatorial y el sistema de autobombos y demás zarandajas a que nos quisieron acostumbrar y a las que, en una gran medida, por lo que veo, se han acomodado las «nuevas figuras» de la política actual.Nos parece muy bien el diálogo abierto y sincero entre todas las ideologías, pero ya no nos parece tan bien que sigamos con las «figuras del año» en Pueblo, donde se fotografía una conocida desnudista enseñando públicamente sus pechos y recibiendo el premio de manos del «distinguido profesor».
Tertulias sonrientes de los más diversos dirigentes de partidos, entre ellos los de los obreros, tomando sus copas y bromeando con sus «enemigos políticos irreconciliables», mientras el país sufre la más aguda de sus crisis económicas y se pide austeridad.
Bien está la cordialidad y el diálogo civilizado, pero mal está el seguir con el mismo sistema del franquismo de gachupinadas y alardes exteriores que no conducen a nada práctico, cuando nos debemos ocupar de asentar la democracia y estabilizar la economía. Esta es la tarea que deben tener preferentemente los políticos y dejarse de exhibicionismos, que sólo son buenos para las dictaduras que quieren hacerse populares. Nosotros los demócratas queremos ser populares por nuestras obras sociales, no por ser más o menos guapos.
Vicepresidente primero de Acción Republicana Democrática Española
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