_
_
_
_

¿Y si la izquierda francesa gana en marzo?

La pregunta que se plantea a la opinión pública en caso de victoria de la izquierda en las elecciones francesas es sencilla: ¿Resultará posible la convivencia entre la nueva mayoría y el presidente de la República? Para Duverger esta coexistencia es posible, aunque en ella habrá momentos de guerra fría, pero sin llegar a la ruptura. ¿Cuál es la opinión de Couve de Murville sobre este punto preciso?Maurice Couve de Murville: Mi opinión es mucho menos firme que la del profesor Duverger, ya que no tenemos ninguna experiencia sobre este tipo de situación. Es un interrogante que se plantea en cada consulta electoral durante la V República y no hay una respuesta a priori; en las cuestiones constitucionales, la respuesta depende más de la tradición que del propio texto constitucional.

Maurice Duverger: Sí. Pero yo creo que esas tradiciones se desenvuelven en condiciones diferentes, según la correlación de fuerzas políticas. Hasta ahora, la Constitución francesa ha sido interpretada siguiendo una tradición determinada: la tradición gaullista.

Una Francia dividida en dos

C. de M.: Es cierto que durante diez u once años el general De Gaulle fue la principal fuerza política y el juego de las instituciones políticas estuvo muy influenciado por el personalismo del régimen.No obstante, lo que es realmente nuevo en la V República no es la existencia de un presidente que poco a poco se va convirtiendo en jefe del Ejecutivo. El cambio fundamental con relación a los regímenes precedentes es el siguiente: la coalición de la mayoría se decide antes de las elecciones y no se espera a los resultados del escrutinio para elaborar tal o cual combinación del agrado de determinadas personas, o por ambiciones personales, o simplemente dictada por las circunstancias. Si el régimen de la V República ha funcionado sin grandes fisuras ha sido porque siempre ha habido coincidencia entre el jefe del Estado y una mayoría sólida y disciplinada. Actualmente se habla de una Francia partida en dos como si en un régimen representativo no fuese normal que existiese una mayoría y una minoría. En materia electoral nadie ignora que la balanza se inclina hacía un lado u otro por márgenes muy estrechos, es decir, por 1, 2 ó 3 % de los electores. Se discute así la noción misma de mayoría. El Frente Popular fue elegido en 1936 con el 48 % de los votos y nadie pretendió entonces que no era la mayoría parlamentaría y constitucional. Hoy día se afirma que mayoría con el 48 ó 49 % de sufragios no sería una verdadera mayoría. ¿Por qué se afirma esto? Simplemente porque cierta clase política comienza a interrogarse sobre los beneficios de una mayoría sólida que excluya las combinaciones políticas de antaño.

M. D.: Estoy de acuerdo con su análisis y le diré que se trata de un resurgimiento de un antiguo pensamiento de la clase política francesa: es mucho más divertido tener una vida política donde se hacen y se deshacen las combinaciones, como fue el caso bajo la IV República.

Sin embargo, si la izquierda gana, habrá una mayoría parlamentaria. Sin duda tendrá dificultades, pero puede mantener una cierta disciplina. ¿Qué puede pasar entonces? Creo, personalmente, que la Constitución de la V República es técnicamente buena, es decir, que la máquina funciona. Pero la verdadera prueba de su buen funcionamiento será precisamente esta experiencia de una mayoría parlamentaría opuesta al presidente.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Un juego muy sutil

C. de M.: Es evidente que el jefe del Estado no designará un primer ministro de acuerdo a sus preferencias si la mayoría cambia. Deberá designar alguien que no sea objeto de una moción de censura desde el primer día.M. D.: Completamente de acuerdo.

C. de M.: Esto es muy importante en la hipótesis de una mayoría de izquierdas, si se concibe, por ejemplo, una no participación de los comunistas en el Gobierno. No es una hipótesis teórica.

M. D.: Es ahí donde es necesario afinar el análisis, al nivel del nombramiento de ministros de una parte y de altos funcionarios por otra parte. Ahí existe, me parece, una posibilidad de veto para el presidente.

Imagino, por mi parte, que puede volver a hacer, en el fondo, lo que había hecho el general De Gaulle durante su presidencia de Gobierno provisional en 1945. El general puso para la aceptación de los ministros comunistas un cierto número de condiciones. Salimos del campo jurídico para entrar en el político. Yo no creo que el presidente pueda dar la impresión de que paraliza a la mayoría. No es su deber. El suyo consiste en respetar la mayoría y, al mismo tiempo, buscar el apoyo del país en el caso en que la mayoría sobrepasase los límites.

C. de M.: En cualquier caso, y tiene usted razón, es el Partido Socialista quien designaría al primer ministro. En cuanto a los miembros del Gobierno, hablo de mi experiencia personal -las cosas han podido cambiar después-, su lista es propuesta por el primer ministro y presentada al presidente, que puede pedir cambios. Con una mayoría de izquierda, el margen de decisión o de influencia presidencial seria naturalmente limitado: problemas de personas y problemas de representación de partidos. En este sentido, ¿qué espacio se dará al Partido Comunista? Aquí habrá una discusión muy seria.

Pregunta: La campaña se está llevando, sin embargo, de una forma muy diferente. Se trata de hacer creer a la opinión que esto no podrá funcionar sin una crisis grave. Ahora bien, al escucharles parece que el sistema constitucional está bien engrasado y puede adaptarse a la prueba.

M. D.: Se puede imaginar, y algunos lo hacen, un escenario catastrófico, grandes manifestaciones en la calle, el Elíseo asaltado, «Giscard, dimisión», etcétera, para impedir al presidente de la República ejercer sus funciones. Esto me parece dudoso que se produzca, y tal vez le voy a asombrar, pero pienso, en tanto que jurista, que en esta situación el artículo 16 es utilizable.

Fuera de este caso, el jefe del Estado no dispone más que de una sola arma: la disolución del Parlamento.

¿...Y si gana la derecha?

P.: Nosotros hemos examinado la hipótesis de una victoria de la izquierda. Si la mayoría saliente fuese reelegida, ¿no piensa usted que los problemas que hemos evocado se plantearían a pesar de todo?M. D.: Puede, en efecto, plantearse cuando el presidente tiene pesadillas. ¿Qué es peor: gobernar con Frangois Mitterrand o gobernar con Jacques Chirac?

C. de M.: Nos salimos del dominio constitucional...

M. D.: No completamente. Si la mayoría saliente gana, todo indica que será por una corta diferencia. Se volverá un poco a la situación de 1967. El Chirac de la época era Valéry Giscard d'Estaing. Este último, aunque su partido era minúsculo, tenía mucha influencia. Cualesquiera que sean los resultados de marzo, nadie duda que el RPR de Chirac será más potente, en la coalición mayoritaria, que los republicanos independientes en 1967. Además, el prestigio del general De Gaulle no entrará en juego.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_