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Los sindicatos italianos aceptan una política de austeridad

Los sindicatos italianos han elegido la línea de austeridad nacional, a cambio de una política de pleno empleo, en una asamblea nacional de dos días celebrada en Roma. De los 1.457 sindicalistas reunidos, 701 representaban a los consejos generales de las tres grandes sindicales: CGIL (mayoría comunista), CISL (democristiana) y UIL (Socialdemócrata y republicana).

Aprobar la austeridad quiere decir que se ha impuesto la línea política sugerida por el líder sindical comunista de la CGIL, Luciano Lama, en su entrevista al diario La Republica, en la que reconocía que el salario no es un factor económico independiente de los demás factores de la economía. Los sindicatos, con un mayor grado de democracia real que los partidos, que sólo verifican sus decisiones con las elecciones políticas generales, han aprobado el documento preparado por la directiva el 14 de enero pasado.Más que rimbombantes declaraciones de principio se ha tratado de definir un programa orgánico a medio plazo para tres años de política económica, acorde con las condiciones del país. El objetivo o aspiración de los sindicatos es el pleno empleo, y para lograrlo no consideran necesario el pacto social, como en otros países, ni trastocar la economía de mercado. Basta, según su tesis, una política de planificación que vincule a las confederaciones sindicales. Las reivindicaciones van por este orden, no casual: lucha contra la evasión fiscal, una política crediticia de carácter selectivo y no usuraria, reorganización de las participaciones estatales, desarrollo de la agricultura, vivienda, energía y transportes. A cambio, los sindicatos prometen una movilidad «contratada» del trabajo que no signifique una mera gestión asistencial para el parado, ni despido libre.

Aunque no se ha hablado oficialmente de crear una «agencia de trabajo», de la que desde hace tiempo vienen hablando los socialistas, se ha pedido una nueva estructura orgánica y unitaria que se ocupe de la colocación. Por otra parte, los salarios tendrán que ser contenidos y diversificados según las categorías.

El líder sindicalista Lama es comparado a Sadat, que ha sido capaz de afrontar la impopularidad con tal de sacar al sindicalismo del atolladero. Esta prueba de madurez y buen juicio es alabada por la gran prensa burguesa y ha movido al primer ministro Giulio Andreotti a esperar para retocar su programa económico de Gobierno.

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