Agria polémica entre Gran Bretaña y la Comunidad Económica Europea
«El Mercado Común no existe, nunca ha existido y, probablemente, nunca existirá como una comunidad internacional independiente de los intereses y de las presiones nacionales.» Esta frase forma parte de un comentario del diario londinense The Guardian, con el que tercia en una agria polémica a propósito de las acusaciones comunitarias contra Gran Bretaña. El tono de los reproches mutuos traduce y amplia las diferencias sustanciales entre Gran Bretaña y el conjunto de la CEE, puestas agudamente de manifiesto la semana pasada en Bruselas, con ocasión de las negociaciones sobre la devaluación de la «libra verde» y la política pesquera del Mercado Común.
The Guardian, ayer, y el Sunday Times, el domingo, han desempolvado su artillería pesada para responder a un durísimo editorial del diario francés Le Monde en el que se acusa a Londres de sabotear al Mercado Común y se sugieren medidas drásticas para evitarlo.
La discusión sobre política pesquera comunitaria permanece bloqueada después de que Londres haya pedido un trato de favor para sus pescadores, alegando que en sus costas se encuentra el 60% de las reservas de la CEE. Previamente, el ministro británico de Agricultura había boicoteado las reuniones de sus colegas comunitarios por no haber obtenido el placet de Bruselas a la devaluación de la «libra verde» (unidad de cuenta agrícola) en un 7,5%, porcentaje aprobado por los Comunes para elevar los ingresos de los agricultores británicos.
La prensa británica responde ahora acusando a Francia, y, por extensión, a los restantes miembros de la CEE, de haber puesto siempre por delante sus intereses nacionales. Nadie ha culpado a Bonn -dicen- por defender con uñas y dientes el desarrollo en la República Federal de Alemania del reactor atómico experimental Jet (ahora construyéndose aquí); ninguno de los ocho comunitarios -excepto Bélgica- se han intercambiado quejas por no tener a punto el impuesto sobre el valor añadido (VAT) en el tiempo previsto, y nadie, añaden, ha denunciado el permanente obstrucionismo de Francia e Italia hacia el ingreso en el Mercado Común de España, Grecia y Portugal.
Lo contundente de las actitudes de una y otra parte y lo amargo de los reproches intercambiados, señalan uno de los puntos más bajos en las relaciones entre Gran Bretaña y la CEE, cinco años después de su formalización jurídica. Si el proyecto comunitario permanece en el tejado tanto tiempo después de haber sido formulado, la futura participación británica en el mismo, como sus ciudadanos, sus representantes políticos y sus medios informativos se encargan de señalar a diario, es hoy por hoy un enigma.
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