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Hoy se emite el último "Un, dos, tres", de Televisión

Hoy se emite el último programa «Un, dos, tres», de Radiotelevisión Española. Ha sido el espacio televisivo más popular de todos los que han pasado por la pequeña pantalla. Han escrito queriendo participar en él más de dos millones de personas. «Un, dos, tres» ha contribuido a la popularidad de actores que, como Valentín Tornos, pasó a la historia como un inefable "Don Cicuta". Pero Narciso Ibáñez Serrador, el creador del programa, es quien ha tenido la clave del éxito. Chicho nos explica cómo lo hizo.

«Hay que tener mucho cuidado para que la televisión no se convierta en un impuesto de aburrimiento sobre las personas fisicas», dice Chicho Ibáñez Serrador, nacido en Uruguay hace 41 años e inscrito en la embajada española el mismo día de su nacimiento. Por eso Chicho -«viejo zorro», dice de sí mismo- ha decidido cerrar la barraca, dos meses antes de que concluyese el contrato con RTVE, para que la criatura no se le muera de mala muerte y, además, «Para que a uno le echen de menos. »«La televisión tiene la obligación de entretener. Para mí es una angustia llevar a cuestas la responsabilidad de entretener. Los concursos, comprados con los informativos, dramáticos, culturales (que deben ser como las lecciones de un catedrático ameno) y musicales son como las tiras de los comics en los periódicos. Son programas de relleno y, naturalmente, deben ser buenos, como el relleno del pavo.» Por eso, y porque la nuestra es «una televisión tiesa, almidonada, encorsetada», Chicho ha hecho un hatillo con los cerca de 7.000 folios de sus guiones -escritos durante más de doce horas de trabajo diario incluidos los domingos, mientras vela por teléfono cómo crecía su hija-, se los ha puesto al hombro y se los vende a la Independent Television, británica, para un programa concurso que va a competir con el veterano «Generation Game», de la BBC. Se lo compraron en Holanda y también lo adquirió una cadena de Nueva York.

«Un, dos, tres» cierra las puertas a cientos de ilusionados ávidos de fortuna, de coche y piso. El concurso es un caso sociológico. De los más de tres millones de cartas que se han recibido en el programa -y que obligó a habilitar unos almacenes de correspondecia-, más de dos millones lo hacían para participar en él. Es decir, más de cuatro millones de españoles esperaban turno para jugar en la pequeña pantalla.

De «Un, dos, tres» se ha dicho casi todo. Que ha sido fiel reflejo de nuestra incultura. Que ha alentado la fiebre del coche. Lo demás pueden ser anécdotas, como éstas: en la segunda y última etapa han participado 312 parejas. La que más semanas permaneció fue la de los hermanos Pando Caracena -siete- y que en la última, con mucha suerte, se alzaron con un millón de pesetas, y se hicieron famosos. El tope máximo de premios fue de 1.920.000 pesetas. El récord más nefasto fue para una pareja que obtuvo cero pesetas, por no iniciar las respuestas con el ejemplo propuesto por Kiko. Lo curioso es que aquella pareja era el premio de otra finalista: escoger a dos concursantes que les representasen y ganar lo mismo que ellos. Nunca se superaron las 100.000 pesetas en un solo programa, salvo el último de los niños que se alcanzaron 120.000 pesetas. «Los programas los pienso para los niños de trece años -añade Chicho- porque por mucha barba que tengamos, todos tenemos un algo de niños, aunque queramos esconderlo. »

El importe de los premios que Kiko subastaba, en el supuesto de que se hubiesen obtenido todos los premios en juego, supera los quinientos millones de pesetas, tan sólo en la segunda etapa. Seis millones por programa, salvo algunos, como el de hoy, que supera los diez millones. «Algunas veces perdemos y otras ganarnos», dice Chicho, quien además es director de la productora del programa, Prointel. Kiko invita a ganar, pero se juega con la psicología del concursante. «Si la pareja que cambió la subasta por el dado que contenía una calavera hubiera descubierto que estaba trucado y que nunca saldría la calavera, a esta altura estaríamos en la cárcel porque habrían ganado millones sin parar.»

«Un, dos, tres» tuvo dos partes: la primera desde el 24 de abril de 1972 hasta el 8 de febrero de 1974. Por aquel entonces Chicho ya había sido galardonado con veintiún premios internacionales y llevaba veinte años de ruedo en las cosas televisivas. Habla realizado, entre otros, Historia de la frivolidad y El transplante. La segunda etapa comenzó el 19 de marzo de 1976. Ciento treinta y nueve semanas en total. Cerca de 60.000 personas asistieron a las grabaciones en los estudios Roma. En la primera etapa había especuladores que adquirían las entradas y las vendían a quinientas o seiscientas pesetas. Piraterías de todo tipo. Desde concursantes que querían sobornar a las azafatas y secretarias ofreciendo la mitad de los premios si les descubrían el escondite (de ahí que Chicho aislase a las parejas cuando llegaban a Madrid y las hacía seguir a todas partes de las secretarias del programa) hasta la venta de camisetas, «Rupertas», «Don Cicuta», etcétera, sin autorización.

«Un, dos, tres» ha lanzado a la fama a Agata Lys, Blanca Estrada, la presentadora Mayra, el trío Acuario de las azafatas y Juan Tamariz, que se fue a recorrer Europa haciendo números de magia. Pero, sobre todo, a Kiko y Valentín Tornos, que murió con el traje de Don Cicuta puesto. Chicho todavía se acuerda de cuando fue jefe de programas, en 1973, y de cómo Mingote le decía: «No te fles Chicho de estas aperturas; son como claritos en el cielo, después vuelven los nubarrones. » Y Chicho, como otros jefes de la primera apertura de TVE, se cansó, se aburrió y lo dio por imposible. TVE no ha previsto un programa-concurso que sustituya al que se acaba hoy.

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