S. Agesta: «Si el Congreso no corrige la Constitución, lo hará el Senado

«-¿Qué puntos concretos acusan algún tipo de defecto?-En primer lugar, la regulación de las autonomías. Desde el punto de vista técnico, creo que hay que rehacerlo de nuevo. Segundo, el modelo de sociedad. Aquí hay una contradicción que es fruto del compromiso. Y la Constitución no debe ser un conglomerado de compromisos, sino fruto de un consenso entre las diferentes fuerzas políticas que tengan acceso a su redacción. Es necesario marcar con precisión los límites de esas posibles opciones. Después está el juego de poderes, que se establece para el Congreso y el Senado. En este apartado, y aunque el borrador se ha corregido mucho, todavía queda un fuerte acento predominante del Congreso, que, a pesar de haberse vuelto a redactar con más moderación, da a la Cámara Baja una intervención excesiva: hasta en el Consejo Judicial y en el mismo Senado. Por otra parte, respecto al Senado, hay varios criterios definitorios. Uno de ellos constituye a éste como una segunda Cámara regional con funciones muy limitadas. Y si ésta va a ser su competencia, habría que potenciar su actuación en el ámbito regional. Baste decir, a título de ejemplo, que incluso la propia negociación de los estatutos autonómicos -tema regional por excelencia- se realiza por la Comisión Institucional del Congreso, sin participación del Senado.

-¿Cuáles serían, entonces, las consecuencias políticas que podría traer consigo una deficiente redacción del texto constitucional?

-Bueno, ya digo que los defectos técnicos creo que se corregirán, aunque ahora, y en algunos artículos, se dé una cierta confusión. Por ejemplo, se alude a «mayorías» sin que parezca que haya un concepto riguroso para distinguir si se trata de «mayoría de presentes», «de miembros» o «simples».

E incluso al enunciar los «dere chos», no parece que se haya tenido mucho cuidado al referirse al «sujeto». Se dice «todos» unas veces; «todos los españoles», otras. Y es claro que a la larga un defecto de este tipo tiene una incidencia. Si «todos» tienen derecho a una enseñanza gratuita, se supone que también podrán acogerse a ello los extranjeros. Pero ya digo que estos errores no me preocupan demasiado, porque, dada su evidencia, si no son corregidos por el Congreso, lo serán en el Senado.

-¿Pero no sería mejor, por eso de evitar riesgos, y como escribía recientemente Julián Marías, «redactar de nuevo la totalidad del anteproyecto constitucional»?

-En términos generales, quizá sería deseable hacer una nueva redacción, pero siempre que se adoptara para ello otra fórmula distinta a la que se ha llevado a la práctica. Aunque también creo que sobre el texto actual se pueden hacer muchas correcciones y conseguir de este modo una Constitución útil. No es, desde luego, la «Declaración de Derechos de Virginia», pero hay muchas constituciones más o menos grises que están dando muy buen resultado. En este aspecto hay que ser pragmático.»