Probable continuación del pacto entre liberales y laboristas británicos
La posición del líder liberal británico, David Steel, se ha reforzado en vísperas del voto de confianza que deberá afrontar en la asamblea especial de su partido, que se reúne hoy en la ciudad de Blackpool para decidir si pone fin o no a su pacto con el partido laborista, al que apoya en el Parlamento desde hace diez meses. El reforzamiento de la posición de Steel hace probable la continuación de la alianza.El comité preparatorio de la asamblea ha decidido a última hora someter a votación en Blackpool una moción según la cual, si el pacto no finaliza inmediatamente, será Steel quien, de acuerdo con el resto de los diputados liberales y con el comité directivo del partido, decida el momento más conveniente para retirarse. Este planteamiento, que deja las manos libres al jefe liberal, sustituye a una recomendación que preveía dejar al criterio de la asamblea la duración del pacto liberales-laboristas, en el caso de que su fin no fuera decidido inmediatamente.
Yá a comienzos de esta semana los liberales escoceses y galeses dieron a Steel un voto masivo de confianza, al acordar en sus respectivos congresos especiales previos a Blackpool que el pacto con los laboristas debería continuar hasta que los trece diputados liberales consideren que ha cumplido sus objetivos.
Para Callaghan, el mantenimiento de Steel al frente del partido significa la seguridad de llevar adelante su programa legislativo en la actual sesión parlamentaria y de decidir sin presiones la convocatoria de elecciones generales dentro de este año, o esperar a la primavera de 1979, justo antes de los comicios para el Parlamento Europeo. La otra opción
El triunfo de la otra opción que se presenta hoy a la asamblea liberal, el fin inmediato del pacto, convertiría en cuestión aritmética la supervivencia del Gobierno del señor Callaghan.
La retirada de los trece diputados liberales dejaría a los laboristas con sus 308 escaños, en una Cámara que ahora tiene 630.
El gabinete necesitaría entonces de, al menos, otros ocho votos para poder resistir una moción de confianza. Lo probable es que el primer ministro encontrase esos votos entre los once de los nacionalistas escoceses (interesados en sostener al Gobierno hasta la aprobación de la devolución a Escocia), los diez de los unionistas del Ulster (que condicionan su apoyo al progreso de las conversaciones sobre Irlanda del Norte), o los tres de los nacionalistas galeses, quienes, aunque menos entusiasmados que los escoceses, ven en su apoyo al Gabinete la única posibilidad de aprobación a corto plazo de la ley que prevé su autonomía.
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