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Reportaje:

El hombre puede vivir doscientos o trescientos años

Un grupo de periodistas se desplazó a una región montañosa del Cáucaso donde vivía un anciano que acababa de cumplir 120 años. Le interrogaron sobre la vida que había llevado para alcanzar tan larga edad: intenso trabajo, nunca había bebido ni comido carne, ni tampoco fumaba y había evitado todo tipo de relaciones sexuales. A punto de concluir la entrevista se escuchó un gran jaleo en el piso superior de la cabaña y el centenario se disculpó: «Perdonen, pero es mi padre que ha sido siempre un vago, borracho y fumador que golpea todos los días a sus cuatro mujeres porque no le saben cocinar el carnero.»La anécdota que cuentan los soviéticos no responde, sin embargo, a los estudios realizados por el Instituto de Gerontología de Kiev, sobre el modo de vida de más de 40.000 octogenarios. La mayoría de ellos residieron siempre en lugares montañosos, mantuvieron habitualmente el mismo oficio o profesión, desconocen el divorcio y es muy raro el que abusa del alcohol. La mayoría jamás ha probado el tabaco y todos siguen trabajan do. Por lo general viven en régimen de patriarcado, respetados y rodeados de todos sus parientes. De los 250 millones de habitantes de la Unión Soviética, 46 millones cumplieron los sesenta años, y cerca de tres millones han pasado de los ochenta, 600.000 tienen más de noventa años y hay aproximada mente 20.000 centenarios. En mayo de 1958 se fundó en la URSS el Instituto de Gerontología de Kiev, que coordina la labor realizada por decenas de instituciones científicas.

Los gerontólogos soviéticos estiman que existen dos vías para prolongar la vida: una exógena al eliminar las causas que reducen la esperanza de vida natural, y la segunda, endógena, al intervenir en la biología del envejecimiento. Gracias al rápido desarrollo técnico científico, el progreso social y los éxitos conseguidos por la medicina en la lucha contra las enfermedades contagiosas, la esperanza de vida ha crecido en todo el mundo. En los países escandinavos, la edad media alcanza los 74 años, y en la URSS, de setenta a 72.

La «enfermedad del jubilado»

Uno de los temas que preocupan actualmente a los científicos es la enfermedad del jubilado. En la Unión Soviética existen cerca de treinta millones de pensionistas y se ha comprobado que el cambio brusco que se produce cuando dejan de trabajar lleva a enfermedades y a vejez prematura. La solución consiste en buscarles nuevos lugares de trabajo dotados conforme a las posibilidades fisiológicas. El nuevo trabajo ha de producirles estímulo y ayuda en la tercera edad, tan necesitada de apoyo y comprensión.Biólogos y médicos se preocupan, además, de hacer retroceder el proceso de envejecimiento. El profesor Chebotarev, director del Instituto de Gerontología de Kiev, ha declarado a EL PAÍS: «Cada persona está programada, y al nacer tiene sus años de vida. Es imposible determinar en qué momento dado las personas van a morir. Se puede determinar si una persona va a vivir muchos o pocos años, pero determinar la fecha de su fallecimiento es imposible. La lucha eficaz contra las enfermedades cardiovasculares aumenta la esperanza de vida en un promedio de seis a siete años, y la eliminación de las enfermedades oncológicas podrá añadir un año y medio más.»

La Academia de Ciencias de la Unión Soviética creó hace un año una comisión especial que elaboró un plan coordinador de investigaciones científicas para el aumento artificial de la esperanza de vida de la especie humana. Dicho plan, que se mantendrá hasta 1985, consta de estudios como son los de la elaboración de medios para prolongar la vida a base de influir en el aparato genético y otros medios, físicos y químicos, para intervenir en los procesos de envejecimiento.

«Vivir y trabajar doscientos y trescientos años puede parecer un sueño irreal o fantástico. Muchos consideran que es este un planteamiento para un porvenir muy lejano. Nosotros, sin embargo, estimamos que es factible para nuestra época», ha señalado el vicepresidente de la comisión especial, profesor Komarov. En los próximos cuarenta o sesenta años se aumentará el promedio de esperanza de vida a cien o 120 años. Las sucesivas investigaciones permitirán mantener ese límite hasta 150 y doscientos años.

Nunca se podrá conseguir que toda la población mundial llegue a ser centenaria, porque el mecanismo de envejecimiento es diferente en cada organismo. El profesor Komarov dedicó treinta años de su vida a estudiar la solución a este problema, y considera que «la vejez consiste en que los procesos que condujeron a la pubertad del individuo siguen desarrollándose por inercia, por lo tanto crece el grado de desproporción que siempre existe en la adquisición y gasto de la energía». El aumento de la esperanza de vida -dice Komarov- es un problema, en lo fundamental, molecular-genético y deberá resolverse a nivel de célula y subcélula.»

Cuando, por último, pedimos un consejo para vivir más, no dudan en recetarnos: la vida se acorta por enfermedades cardíacas, cáncer, traumatismos, alcohol y tabaco, polución y medio ambiente. Hay que buscar, por tanto, la vida sana y activa, y es preciso, por ello, vivir en el campo, moverse mucho a diario, lo cual contribuye a la constante regeneración de la energía, ser vegetariano y trabajar sin tener en cuenta la edad. Así se puede llegar a centenario... si al nacer estábamos programados para ello.

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