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"Es más conveniente la autonomía de la Diputación que la de los pueblos"

«No creo que sea factible la autonomía económica de los municipios de la provincia. Considero mucho más conveniente, una autonomía para la misma Diputación, que asumiría las funciones a nivel provincial que hoy recaen en las delegaciones de los distintos Ministerios. Es decir, dotar económicamente a la Diputación y que ésta se encargue de toda la vida administrativa y de la infraestructura de Madrid, un poco según el ejemplo de la Diputación Foral de Navarra». El actual presidente de este organismo, Enrique Castellanos, sintetizó de esta manera su exposición sobre el problema de la autonomía municipal, al que calificó de «muy complejo», por lo menos en Madrid.

El señor Castellanos comenzó su exposición afirmando que el papel de la Diputación debía ser el de prever las necesidades a largo plazo, y no, como sucede hasta la fecha, en una labor «que desarrollamos subsidiaria de la de la Administración central, cubriendo los huecos que ésta deja abandonados».«Hay que tener en cuenta que la Diputación es el organismo que está directamente en contacto con los pueblos, y que a través de los diputados de cada distrito conoce más rápidamente los problemas urgentes. Nosotros solventamos problemas que realmente no nos competen, desde hacer una carretera hasta subvencionar con 20.000 pesetas a un ayuntamiento para que arregle las goteras de una escuela. Si el profesor de ese centro tuviera que recurrir a la Delegación del Ministerio de Educación, se le pasaría el invierno antes que se lo solucionaran, mientras que la Diputación puede acudir en su ayuda en un plazo muy breve. El Estado es algo muy abstracto, donde las responsabilidades de los pequeños problemas se difuminan.

En la Diputación, no. Todo el mundo conoce a su diputado, y los responsables de la mala o buena gestión tienen nombres concretos. Por eso creo que la Diputación, con un presupuesto aumentado, podría encargarse de todas las grandes obras de infraestructura de la provincia, así como de las necesidades de educación, formación profesional, etcétera. Ahora funcionamos con servicios paralelos. Nosotros tenemos equipos técnicos de cultura, de vías y obras, que también tienen las delegaciones ministeriales correspondientes. Lo ideal es que se suprimieran los segundos y todas esas funciones corrieran a nuestro cargo.»

Los pueblos no son de fiar

Hasta ahora hemos hablado de grandes proyectos, que parece claro que los pueblos no están en condiciones de acometer, incluso si sus presupuestos se incrementaran de forma notable. Pero el tema de la autonomía puede plantearse a un nivel inferior, de forma, por ejemplo, que un ayuntamiento no tenga que recurrir a la Diputación para asuntos tan mínimos como es el arreglo de una gotera.Los problemas de los pueblos en Madrid son muy complejos, y por muchos factores no creo que sea conveniente esa autonomía que plantea. En primer lugar, refiriéndome a los pueblos medianos, que han tenido un crecimiento muy fuerte, se ha constatado que los ayuntamientos se han dejado cegar por un interés inmediato, recoger dinero en concepto de licencias de construcción, sin pensar que los problemas originados son enormes. En este sentido, está claro la necesidad de un organismo que controle e incluso que limite ese crecimiento. En segundo lugar, y esto sirve también para los pueblos más pequeños, algunos de los cuales apenas si cuentan con una treintena de vecinos, no tenemos ninguna seguridad de que la administración de esos fondos autonómicos no dé lugar a irregularidades. La vida local se mueve por intereses muy directos, de personas muy concretas, y sería posible que el dinero se aplicara a proyectos que beneficiaran a esas determinadas familias, y no al pueblo en general, o a uno de ellos en detrimento de los demás.

Por ejemplo, en Puebla de la Sierra viven veinte familias, y su petición más insistente es la construcción de una carretera que vale unos ochenta millones. De darse esta autonomía, es seguro que sus habitantes aplicarían todo el dinero a la carretera, sin pensar si su interés coincide con el general de toda la provincia.

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La Diputación no controla

Bien, pero hasta ahora la Diputación no ha llevado ese control del que habla, y casos concretos los proporcionan las localidades residenciales de la sierra.Es cierto, el medio ambiente ha sufrido una enorme degradación en esa zona. Es algo de lo que hasta ahora no hemos podido ocupamos, pero que vamos a intentar, en colaboración con el Área Metropolitana. No se puede derrochar el agua, o verter agua contaminada en ríos que más abajo abastecen a otros pueblos. Este hecho es al mismo tiempo otro ejemplo claro de cómo los pueblos sólo miran por sus intereses concretos, sin fijarse que puedan causar perjuicios a otros de la misma provincia incluso. Es posible que la autonomía les llevara al desastre a más largo plazo.

En este contexto de una Diputación con grandes recursos del que hablo, nuestras funciones, además de seguir ayudando a los pueblos en sus necesidades concretas, abarcarían también otras más amplias, como las de promover la industrialización y la explotación de los recursos naturales, el planificar los nuevos asentamientos humanos, la creación de servicios comunitarios y una última muy importante, que sería la coordinación con otras diputaciones, mancomunidades o consorcios, para explotar riquezas que se localizan en dos o más provincias.

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