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La energía solar, obstaculizada por dificultades artificiales y desinterés oficial

Los grupos económicos que tratan de introducir la energía nuclear han ido creando una variada mitología, en la que podemos distinguir tres grandes grupos:El primero lo componen las tesis desarrollistas a ultranza, la pretendida relación entre consumo energético y puestos de trabajo, aumento del bienestar, etcétera.

El segundo es el específicamente pronuclear, con las conocidas falacias sobre la seguridad, garantía en el suministro de combustible, economía, etcétera. Por último, aunque no menos importante, el antialternativo, que reúne las despectivas opiniones acuñadas contra las nuevas fuentes energéticas, principalmente contra la energía solar. Acerca de esta última se repiten constantemente frases tales cómo «no es competitiva», «no está madura», «se necesita investigacíón básica», «la energía del siglo XXI» y, concretamente en España, el Ministerio de Industria utiliza un latiguillo que se ha convertido en la consigna del departamento: «La energía solar se encuentra en la etapa experimental.» Lo curioso es que esta propaganda que se repite machaconamente sin el menor análisis, sin citar ningún estudio sobre la materia, logra desorientar no solamente al hombre de la calle, sino a personas que por su formación o por su ideología deberían ser más exigentes a la hora de tomar estos eslóganes políticos por conclusiones científicas.

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La energía solar no es tan nueva como pretenden hacernos creer. Hace ya un siglo que se establecieron las bases científicas de su aprovechamiento y su fracaso comercial fue debido a la disponibilidad de combustibles fósiles baratos. A pesar de su escasa utilización, científicos independientes, pequeños empresarios y algunas universidades norteamericanas y soviéticas continuaron las investigaciones sobre esta fuente, que fue perfeccionándose sin apenas ser utilizada, lo que ha permitido que llegue a nuestros días con una gran madurez. Los principales obstáculos para su desarrollo han sido, inicialmente, la oferta de petróleo barato y, posteriormente, la tecnología nuclear. En 1959 la Universidad de Maryland redactó un manifiesto en el que pedía el abandono de la opción nuclear y el desarrollo de la energía solar.

Aquel documento recibió la adhesión verbal de muchos científicos norteamericanos, pero debido a las presiones de la poderosa Atomic Energy Commission solamente dos se atrevieron a firmarlo. Entre 1954 y 1971 el Gobierno federal norteamericano invirtió 3.000 millones de dólares en el desarrollo de la energía nuclear mientras que la solar recibía en ése mismo período un millón de dólares. Naturalmente, las fuerzas que frenaron el desarrollo de la energía solar son las mismas que ahora, con el mayor cinismo, aducen que esta fuente no está en condiciones de satisfacer las necesidades de una sociedad altamente industrializada. Pero ¿cuáles son las razones que han impedido que la energía solar se aproveche como una fuente energética más? ¿Por qué tantas reticencias? La respuesta hay que buscarla analizando el negocio energético mundial, que tiene una fuerte tendencia al monopolio mediante el control del tráfico petrolífero, de la tecnología nuclear y el grado cada vez mayor de electrificación, hecho este último que conduce inevitablemente a una centralización de la producción. La energía solar no encaja en este contexto. Su aplicación resulta más económica y eficiente cuanto más descentralizada es su producción. Es evidente que, con estas características, las poderosas multinacionales de la energía contemplen su desarrollo con recelo y traten de neutralizarlo. Su estrategia actualmente consiste en introducirse en todos los campos de investigación hacia los sistemas que conducen a una producción centralizada o que necesitan de una tecnología altamente sofisticada. Harry Thomason, famoso pionero norteamericano, se quejaba amargamente: «No se puede obtener un céntimo del Gobierno para un sistema solar si se trata de algo barato y sin problemas de instalación: las agencias federales apoyan solamente sistemas caros.» Otro especialista, Kurt Wasserman, escribe en un editorial de Solar Age: «Los científicos de la Nasa dan un tratamiento altamente tecnológico a la aplicación de la energía solar. Esta actitud puede retrasar una década la aplicación de esta energía.» Erich Farber, director del Laboratorio de Energía Solar de la Universidad de Florida, asegura: «Poseemos mucho más conocimiento sobre la energía solar del que necesitamos para que su uso se generalice. Estamos gastando enormes cantidades de dinero en conseguir más conocimientos, cuando lo que deberíamos hacer es aplicar los que ya tenemos. »

A pesar de todo, la energía solar avanza inexorablemente y no será posible frenarla por más tiempo. La angustiosa escasez de petróleo que se avecina y las exigencias de los consumidores harán que su uso prolifere en forma de pequeños sistemas mucho antes de que puedan ponerse en marcha, en la fase operativa, los grandes proyectos centralizadores como las centrales solares termodinámicas, satélite portador de células fotovoltaicas, centrales marinas, etcétera.

El caso español

En España no se ha realizado ningún estudio riguroso y seno sobre las posibilidades de utilización de la energía solar. Al no disponer de esta información, se ha confeccionado un cuadro calificador de las características de los principales campos de aplicación para su valoración en orden a ser incluidos en el esquema energético global. Salta a la vista que el sistema que está mereciendo la máxima, por no decir la única, atención de la Administración española, la conversión termodinámica, es uno de los que peor encajan en nuestras posibilidades y necesidades. ¿Qué sentido tiene apostar por una tecnología incipiente, de la que no existe ninguna central operativa en el mundo mientras se abandona el desarrollo de otros campos que podrían suministrar grandes cantidades de energía de forma rápida? ¿A favor de quién se ha tomado esta decisión? La respuesta es fácil: la conversión termodinámica o, para entendemos, las centrales del tipo de las proyectadas para Almería, satisfacen plenamente los intereses de las compañías eléctricas, tanto a corto como a largo plazo. A corto plazo las posibilidades de este sistema son nulas y, por tanto, no entran en competencia con la energía nuclear. A largo plazo, son las compañías eléctricas las únicas que pueden explotar este tipo de producción, al ser un sistema altamente centralizado. Además, se encontrarán con el re galo de una tecnología perfeccio nada con fondos públicos, lista para ser privatizada en cuanto sea rentable. ¿Se puede pedir más?

Recomendaciones

A pesar de que al Ministerio de Industria le han añadido ahora lo de Energía, no es el organismo adecuado para encargarse del desarrollo de la energía solar. Será necesario en el futuro coordinar los esfuerzos de los sectores de Vivienda y Agricultura, importantísimos, como puede apreciarse en el cuadro de calificación. Urge la confección de una estadística sobre la utilización de la energía en todos los campos de la economía, a fin de conocer las posibilidades de la energía solar en cada uno de ellos, Al mismo tiempo necesitamos perfeccionar nuestras estadísticas meteorológicas. Es urgentísimo informar a los profesionales y técnicos, sobre todo a los de la construcción, acerca de las posibilidades de la energía solar en su campo específico. Los partidos políticos en la Oposición y las centrales sindicales deberían de incluir entre sus reivindicaciones la inmediata puesta en marcha de un plan de aplicación de la energía solar. La creación de puestos de trabajo estables y las oportunidades de desarrollo para la pequeña y mediana empresa añaden a esta energía un matiz político de singular importancia.

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