Inspección de trabajo y democracia
Jefe de la Inspección de TrabajoVamos a referirnos al papel de la Inspección de Trabajo en una situación democrática, pero sin olvidar que esta situación nace y alienta desde la perspectiva de cuarenta años de dictadura.
Entendemos por democracia aquella que lo sea a la vez ordenada, fuerte y pacífica y que conduzca a un progreso nacional, que lo sea en lo social y material y ello desde el desarrollo y progreso individual, que permitan esperar o presentir una sociedad unida por la justicia; cuadro de convivencia de hombres libres y responsables en una sociedad de participación donde se resuelvan los problemas que conciernen a las relaciones entre los grupos sociales y ello a través de la desaparición de la discriminación de la mujer, las desigualdades territoriales, el tratamiento de tercera clase a la tercera edad y el sostenimiento de la situación de privilegio a los intermediarios de bienes materiales, sociales y económicos.
Este es el marco donde la dependencia del hombre respecto del trabajo que creyó encontrar en puros planteamientos ideológicos su solución: la crisis del capitalismo y la dictadura del proletariado; cuando lo cierto es que la elevación del nivel de vida en el sistema de economía liberal y el abandono de la dictadura del proletariado determinan que la desaparición de la pobreza, la abolición de los privilegios y hechos contra la discriminación deben llevarse a efecto mediante la mejora de nuestra sociedad, partiendo del desarrollo individual.
En el ámbito laboral, ello supone el mejoramiento de la seguridad y de las condiciones de trabajo mediante el enriquecimiento de las tareas y la organización de equipos autónomos de trabajo, la formación permanente y la máxima libertad y autonomía frente al contrato de trabajo y la promoción en el mismo.
Desde está perspectiva, la Inspección de Trabajo apoyará las líneas de su actuación; partiendo antes de la calidad del trabajo que de la cantidad, en busca de un nuevo estilo de vida y atendiendo al contenido humano y al sentido verdadero del trabajo, y, para ello, en el orden interno superará lentitud, papeleo, incomprensión con los administrados, anonimato y burocracia -contra la que siempre hemos luchado- por el respeto, la atención a los problemas y el hombre, la estimación del valor «tiempo», y la eficacia y prontitud en la gestión; y, en orden a su relación directa con los trabajadores, asentando ésta relación desde el reconocimiento del trabajo, es decir, a través de sus sindicatos, delegados, comités, etcétera, buscando en la vida de su empresa la mayor participación de los representantes de los trabajadores y el progreso de éstos a través de una nueva organización del trabajo que suponga unas nuevas relaciones jerárquicas para, dentro de la mayor autonomía profesional, mejorar el contenido y las condiciones de trabajo, pues no en vano el sindicalismo a que deberá aspirarse desde la perspectiva del vacío actual; es un sindicalismo vivo, independiente de empresa, Estado y partidos políticos.
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