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Reportaje:

Un as de la aviación británica se estrella en Guadarrama con un aparato alemán

El viejo avión, de fabricación alemana, había pertenecido a las fuerzas aéreas españolas, permaneciendo actualmente en desuso. El comandante Neil Williams decidió adquirirlo y trasladarlo a un museo británico.Se trataba de un avión diseñado por Erns Heinkel, ingeniero aeronáutico alemán, nacido en Grünbach (Warttemberg), en 1888 y fallecido en Stuttgart, en 1958. Heinkel, que había diseñado su primer avión en el año 1911, llegaría a crear precisamente este modelo, Heinkel- 111, que desempeñó un papel clave durante la segunda guerra mundial, sobre todo en la batalla de Inglaterra.

Antes de ello, Heinkel se había convertido en ingeniero- jefe de la firma Albatros, siendo ya durante la primera guerra mundial director técnico de los talleres Hansa- Brandenburg para la construcción en serie de aparatos militares. Emigrado de su país con ocasión de la firma del Tratado de Versalles, que impedía a Alemania fabricar armamento, regresó cuando comenzó a producirse el rearme, fundando en Oranienburg vastas factorías, que en 1939 ya eran de las más importantes de Alemania.

El modelo Heinkel-111, al que pertenece el avión siniestrado, es un bimotor, bombardero medio, de vuelo horizontal, con una velocidad media de 180 kilómetros por hora. Aunque en Inglaterra y Francia su puesto se reserva a los museos, en España se había utilizado todavía recientemente, en raras ocasiones, como durante la marcha verde del Sahara. Empleado en la guerra civil española por la Legión Cóndor, CASA (Construcciones Aeronáuticas Sociedad Anónima) lo construyó posteriormente en nuestro país.

El traslado

Neil Williams se dispuso, pese a las recomendaciones en contra, a llevarse a su país el avión adquirido por el aire. Para ello se vino a buscarlo con su esposa, Ana Williams, y dos personas más que, según una primera información, fueron considerados como dos hijos, pero que se trataba en realidad de dos mecánicos: Joseph Donaghy y Stephen Damell.Despegaron el lunes a las nueve de la mañana, del aeropuerto de Cuatro Vientos, con intención de llegar a Burgos, desde donde habrían dado el siguiente salto a San Sebastián. Pero el chequeo en Burgos no se efectuó, dándosele por perdido.

Plan de rastreo

La búsqueda de los restos del avión respondió a un complejo plan de posibilidades. Se llevó a cabo una intensa búsqueda estableciendo cinco posibles zonas en las que habría podido tener lugar el accidente.Se definió una zona en el triángulo de la sierra madrileña comprendido entre Almazán, Cuéllar y Cuatro Vientos, aeródromo del que había despegado el avión desaparecido.

Puesto que el avión tenía previsto hacer su primer chequeo en Burgos, para proseguir posteriormente a San Sebastián, otro avión de rastreo 215 sobrevoló la ruta Madrid-Burgos. Un Azor realizó búsquedas por la derecha de la citada ruta, en previsión de que el avión perdido se hubiera apartado de su ruta. Por la izquierda, un aparato A viocar realizó otro rastreo.

Una escuadrilla de rescate norteamericana, con base en Alemania, realizó también trabajos de búsqueda en la cornisa cantábrica, en previsión de que el Heinkel hubiera sobrepasado su primera escala y se hubiera estrellado en esa zona. Se trata de una escuadrilla compuesta por varios aviones Hércules dotados con laboratorios, ambulancias, y otros medios

Un total, por consiguiente, integrado por siete aviones españoles más la escuadrilla de rescate norteamericana participó en los trabajos para comprobar si el avión se había accidentado o existían posibilidades de supervivencia. No existía evidencia alguna de que el avión se hubiese estrellado o hubiese sufrido accidente alguno. El único dato de que se disponía era que el aparato había desaparecido y que no había realizado el lunes el primer chequeo de control a su paso por Burgos.

Pero fue ayer, a las tres de la tarde, cuando un helicóptero del servicio de búsqueda y salvamento, del Ejército español del Aire, que sobrevolaba la citada zona, localizó los restos. Inmediatamente se dio curso a fuerzas de la Guardia Civil que, tras realizar la marcha hasta el lugar del accidente, de muy difícil acceso, llegaron a la referida ladera, custodiando los restos de los tripulantes del Heinkel-111 y del aparato hasta la llegada del juez.

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