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"La ley Especial de Madrid configura al alcalde como un dictador"

«El alcalde de Madrid, como por lo general el de todos los ayuntamientos españoles, tiene todas las prerrogativas de un pequeño dictador», dijo Diego de Membiela, ex oficial mayor del Ayuntamiento de Madrid, que actuó como ponente en la segunda conferencia del ciclo de «Municipio y participación vecinal en Madrid», organizado por el Gabinete de Estudios y Asesoramiento, entidad privada ligada al movimiento ciudadano. «Su imagen pública suele estar formada por componentes de dinamismo (el alcalde que quiere dar la impresión de persona tremendamente activa) paternalista (en tono sensiblero, acercándose a los problemas personales de los vecinos, en forma demagógica) y represivo (intentando controlar coercitivamente la vida de la ciudad, impidiendo iniciativas y reprimiendo a los denunciantes de los problemas). Y lo que es peor, el no tener que dar explicaciones a nadie le confiere un sentido patrimonial del poder, y le hace perder las perspectivas de que un día u otro tendrá que dejarlo y rendir cuentas a sus administrados.»En el transcurso de la ponencia el señor Membiela insistió en que la vigente ley Especial de Madrid anulaba prácticamente el papel de los concejales, aglutinando todo el poder real en manos del alcalde, designado directamente por el Jefe del Estado a propuesta del Ministerio del Interior. «El alcalde nombra a su vez a los delegados de servicios, que se convierten así en cargos de confianza del alcalde, y la Comisión Municipal de Gobierno, verdadero órgano de gestión del Ayuntamiento, lo forman el alcalde, los delegados y un número de concejales igual a los anteriores, con lo que de hecho el primero tiene siempre la mayoría absoluta.»

«Por último, los concejales que presiden las juntas de distrito lo son también por designación directa de éste, quien puede destituirlos en el momento que le parezca bien. Todo el poder para el alcalde, parece ser la intención del legislador al redactar la ley Especial por la que se rigen las mayores ciudades del país, Madrid y Barcelona.»

Diego Membiela hizo una relación de los males que aquejan a los Ayuntamientos como consecuencia de esta forma de entender la gestión municipal. Las principales serían la formación de un municipio gendarme en el que el control del vecindario es absoluto y lo que es peor, se le moteja de incapaz, ya que se sobreentiende que la única que tiene la solución a los problemas es la Administración, y la progresiva burocratización de los servicios municipales.

«Efectivamente, el carácter elitista del máximo órgano gestor se proyecta sobre los estamentos inferiores, y cada técnico, cada jefe de departamento se arroga la autoridad absoluta sobre su parcela de poder, impidiendo la iniciativa de los empleados, y coartando la cooperación con el resto de los departamentos. Los funcionarios son controlados en los aspectos meramente formalistas, como el fichar a la entrada y salida, y no en el sentido de resolver realmente los problemas de la ciudad.»

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