Estados Unidos asistirá a la reunión de El Cairo
Tras varios días de intensas consultas y discusiones, el Gobierno norteamericano aceptó formalmente ayer la invitación del presidente egipcio, Anuar el Sadat, para celebrar en El Cairo una reunión preliminar a la Conferencia de Paz de Ginebra sobre Oriente Próximo. Hasta el momento sólo Estados Unidos e Israel han respondido favorablemente a la propuesta del líder egipcio y parece muy poco probable que el encuentro de El Cairo -programado para finales de esta semana- cuente con nuevos participantes. Siria y la OLP expresaron su rechazo a la iniciativa de Sadat, mientras que la Unión Soviética y el Líbano todavía no se han manifestado oficial mente y Jordania puso como condición a su presencia el que la convocatoria fuera aceptada por todas las partes implicadas en el conflicto.
La delegación norteamericana estará encabezada por Philip Habid, subsecretario para asuntos políticos del Departamento de Estado, que posee el rango administrativo equivalente al de los dos funcionarios designados por el Gobierno israelí para acudir a la reunión de El Cairo.
Presiones
La Administración Carter intenta subrayar constantemente que considera la iniciativa del presidente egipcio Como un paso más hacia la reanudación de la Conferencia de Paz de Ginebra, a la vez que presiona sobre otros Estados árabes para que asistan a la reunión de El Cairo y pide a la Unión Soviética, el otro copatrocinador de la Conferencia de Ginebra, que mantenga una actitud «responsable».La decisión norteamericana fue el resultado de varias conversaciones al más alto nivel y de consultas con embajadores de los países implicados en el conflicto. Después del decidido apoyo que Washington ha venido prestando a la línea moderada de Sadat, era muy difícil una respuesta negativa a la convocatoria, aunque persiste el temor de que la iniciativa del líder egipcio pueda dañar la reanudación de la Conferencia de Ginebra.
Desde el sorprendente viaje de Sadat a Israel, el Gobierno de Washington parece haber ido a remolque de los acontecimientos y el propio jefe de prensa del presidente Carter, Jody Powell, reconoció que Norteamérica juega ahora un papel limitado en el rápido desarrollo de los acontecimientos. Otra prueba de esta relativa pérdida del papel principal desempeñado, por Estados Unidos sería el hecho de que Egipto invitó directamente a Israel a la reunión de El Cairo, a través de sus embajadores en la ONU, sin utilizar a los norteamericanos como mediadores.
La preocupación esencial de la Administración Carter en estos momentos consiste en borrar cualquier impresión de que Washington está apoyando un tratado de paz bilateral entre Egipto e Israel, lo que podría significar el fin de la Conferencia de Ginebra. Sin embargo, en caso de que la reunión de El Cairo se limite a tres participantes (Egipto, Israel y EEUU), como parece probable, será muy difícil el evitar tal impresión.
Mientras el secretario general de las Naciones Unidas, Kurt Waldheim, anunciaba el envío a El Cairo del general finlandés Ensio Siilasvuo, coordinador de las operaciones de pacificación en Oriente Próximo, como representante de las Naciones Unidas en la reunión convocada por Sadat, la diplomacia norteamericana se dedicaba a pedir a Arabia Saudita que apoye a Sadat abiertamente a presionar a Jordania para que asista a la reunión de El Cairo y a intentar que Siria y la Unión Soviética limiten sus reacciones ante la iniciativa egipcia y no amenacen la reapertura de la Conferencia de Ginebra.
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